¿Y ahora?

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El terremoto duró unos dos minutos aproximadamente, y podían escucharse desde fuera los gritos de ayuda, todo olía a polvo y libro viejo,  seguían muy asustados, de hecho Anne y Lili se soltaron a llorar muy fuerte y todos tenían los nervios al tope, algo normal después de todo.
Alfonso se había quedado atrapado en el cuarto de sonido con Lluvia en sus brazos para evitar que le cayeran escombros en la cabeza, ambos temblaban y ni siquiera les alcanzaba la voz para gritar, se encontraban en shock.

-¿P-pero qué acaba de pasar?- dijo Lluvia que se sentía muy mareada y desubicada.

-No lo se, un gran temblor,  me duele mucho la cabeza.

Un hilo de sangre escurría desde la nuca del chico, manchando su camiseta marrón por toda la espalda, no se dio cuenta de que un marco de dentro de las cajas calló sobre él debido a la impresión y la rapidez con la que creyó pasó el desastre.

-¡Diablos! Estás sangrando, dejame ver.

Luego de revisar un momento y varios reclamos de él para que lo dejara en paz, tomaron el botiquín de la pared que afortunadamente no cayó y le puso una venda alrededor de la cabeza.

-Esto debe servir por un rato, espero que no dure mucho la hemorragia, necesitamos salir de aquí, y por cierto, no escuchó a los demás, ¿Estarán bien?.

Los dos se miraron con preocupación, y luego los gritos exagerados de Anne llegaron a sus oídos.
- ¡Alfonso, amor, ¿estás bien?! ¡Todos aquí seguimos vivos, también la otra rara!

-¡Te dije que no me llames amor, y sí ESTAMOS bien!- contestó  remarcando el hecho de que no estaba solo, por razones desconocidas eso hizo sentir bien a Lluvia, quien se sentó en la única silla  del cuarto para tranquilizarse, aunque no le parecía que llamaran a Lidia "rara" se alegró de que su amiga estuviera a salvo.

Atrapados [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora