Él tan sumido en sus pensamientos, yo tan perpleja mirándolo.
Nada era comparado con la hermosa sensación de amor al quedarme observándolo, todo se desvanecía, nada más formaba parte de éste mundo, ni siquiera yo, en esos momentos yo solo era una espectadora y él era el protagonista de mi historia favorita. Me llenaba verlo, contemplarlo todo el tiempo, sin importar que él no lo notara, a fin de cuentas él solo era mi amor platónico y nunca estaríamos juntos.
Lo veía día tras día, leyendo, riendo, escuchando música, pensando, alejado y ajeno de todo, hablando con sus amigos, da igual lo que hiciese, fuera entretenido o no pues siempre pensaría que era una monada lo que hacía. Nunca me había sentido de tal manera, juro que no hubiera dudado en dar un pedazo de mi corazón por él sí me lo pidiese, o probablemente entero si me lo hubiera pedido mirándome a los ojos, habría vivido por él una y mil veces sin importar el dolor que hubiese tenido que pasar, habría matado por él de haber visto que le hicieran algún daño y no supiera como defenderse. Quizá estaba loca, quizá estaba enamorada, quizá estaba obsesionada o quizá simplemente no sabía que hacer con mi vida y por ende todo el tiempo que me restaba se lo dedicaba a él, pero como no hacerlo si era digno de admirar.
No creo en dioses ni en religiones, pero si en cualquier momento me hubiese llegado a decidir a creer en algo no lo habría pensado dos veces en ponerlo a él como mi venerado dios, como ese ser maravilloso e inalcanzable, ese adonis perfecto, ese dios griego tan deseable cuya apariencia volvería loca a cualquier persona de tan solo verlo.
Sin medir distancia siempre lo observaba, y aunque él no lo hubiese notado nunca; me hacia feliz verle. Nunca me regaló una mirada, ni siquiera por error, pero no me preocupó, siempre tuve en mente que algún día llegaría el día en el que él se daría cuenta de que yo existía, de que fui una fiel espectadora de todos sus pasos, que nunca me importó mantenerme bajo perfil porque no era necesario.
Pero como todo, esa adoración llegó a su fin el día que supe que tenía novia, que estaban juntos hace bastante tiempo y que peor aún, él la quería. Lo fui dejando todo atrás, tanto mi afición por él como el supuesto amor que decía tenerle, me di cuenta de que solo fue un capricho de niña, y aunque no negaré que me dolió, tampoco negaré que me sirvió para poder darme cuenta que nadie puede vivir bajo la sobra de otro, por muy enamorado que estés o por mucho que le aprecies, cada quién debe brillar con luz propia en pleno día y también en la plenitud de la noche.
Siempre lo recordaré de la manera más especial que pueda, siempre ocupará un lugar en mi vida y en mi mente muy importante ya que gracias a él descubrí que se siente querer tanto a una persona hasta el punto de estar dispuesto a morir por ella o incluso vivir para ella. Me convirtió en lo que soy y en lo que seré siempre, y aunque él no esté consciente de ello aún así se lo agradezco.
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Microcuentos.
RomansaHistorias bombardean mi mente minuto tras minuto, y aquí las plasmo dejando mi alma grabada en cada una de ellas. Ficticias con una pizca de realidad, románticas y con un tanto de dolor.