II

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En las afueras de The Noose, en un lejano internado,

un grupo de elitistas tenía su legado.

Las niñas felices siempre cantaban,

melodías que nunca nadie ataba.

Un encuentro fortuito fue el convenio,

para dos chicos predestinados al amor eterno.

Sentenciados para siempre a sus sonrisas,

los días pasaban como una cálida brisa.

Fue un día en que todo se dio a basto,

él y ella, con un beso, sellaron su acto.

"Enamorados y predestinados" todos le decían,

cuando cumplieron dieciséis una antigua leyenda comenzó su agonía.

Sectarios inmundos tenían un acuerdo

con un demonio hambriento que nunca fue honesto.

Las invitaciones estaban hechas y El Padre del internado abrió sus puertas,

hombres y estudiantes con capas rojas entraron a cuestas.

Todos élites y con una invitación,

buscaban al elegido, el que sería su cascaron.

Un ritual enfermizo paralizó a la audiencia,

las velas se apagaron y el cáliz perdió toda su esencia.

El silencio reinó por un segundo,

entonces, El Padre, decretó al obtuso.

Era el enamorado del que todos hablaban,

la suerte se esfumó como fuego en el agua.

Un grito ahogado se escuchó en entre el rojo ardiente,

era ella, su amada, que miraba a todos con expresión displicente.

«¿No puede uno de ustedes ser el elegido?

¿Acaso no ven que solo somos niños?»

RehonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora