Esperé a que Benjamín regresara, me preguntaba si él vivía solo. Me levanté y comencé a caminar alrededor de su habitación, era muy simple. Hacía la derecha había un armario, una cama, en donde yo me recosté, y un escritorio viejo, sobre éste había varios papeles y carpetas. Qué extraño, el nunca hacía su tarea.
Caminé hacia su armario y lo abrí, me sorprendió ver un hermoso joyero dentro de él. Estaba hecho de madera oscura, y tenía bonitos diseños grabados a un lado. Parecía como si hubiera pertenecido a una señora rica. La curiosidad me ganó y la abrí, y dentro había un collar precioso, era de verdad muy hermoso, hecho de plata fina; y el diamante que colgaba era divino. Brillaba tanto aún sin necesidad del sol.
También había una corona a un lado, era muy bonita también, no era muy pequeña, y tenía también pequeños diamantes alrededor de ella. Todo era muy clásico. La caja también tenía música, una melodía muy linda que en mi vida había escuchado.
Cerré la caja y observé las otras cosas que había en el cuarto, era algo extraño, cualquier adolescente hubiera tenido pósters de sus bandas o equipos favoritos pegados en la pared, pero Benjamín no tenía ninguno. Me dirigí hacia la ventana y eché un vistazo, estaba oscuro. No podía reconocer en qué calle estaba, porque ya había anochecido, cerré las cortinas y me senté de nuevo en la cama.
No tardé mucho tiempo en esa posición y rápidamente me levanté, me dirigí hacia la sala. También era muy sencilla, dos sofás, una pequeña mesa en el centro y una televisión; también había un par de repisas a un lado. Encima de la mesa de centro, había varias revistas. Después miré hacia las repisas, en ellas había algunos discos, conocía algunos de ellos pero no todos.
Caminé después hacia la cocina, las paredes de ésta eran grises, y las vitrinas eran color blanco, muy simple también.
Regresé a su habitación después de mi pequeño recorrido en su casa, no era nada presunciosa, seguía con mi gran duda. ¿Vivirá Benjamín solo? Al regresar a su habitación me dí cuenta de que había otra habitación. Caminé hacia ella, igual que las otras, era sencilla, solo un par de estantes y un armario, el cual estaba completamente lleno de cajas.
Dejé ese cuarto y me dirigí hacia su cama. Esperé un rato, y después de un momento, escuché que la puerta se abrió. Me levanté y no tardo mucho en que lo viera caminando hacia mí.
- La comida está en la cocina.- Me dijo Benjamín.
Y caminó guiándome hacia la cocina.
- Benjamín ¿vives solo?.- le pregunté.
Benjamín se sentó y yo hice lo mismo.
- Si, mi tío a veces viene a visitarme, pero es muy de vez en cuando.- me contestó.
Quería seguir preguntando mas cosas, pero me detuve, sus padres no estaban aquí.
- ¿De quién es ésta casa?- mi curiosidad me insistía en seguir preguntando.
- Es mía.
- Oh.- le dije, y asentí con la cabeza.
Benjamín me dio una caja de comida china
- ¿Fuiste a hasta un restaurante por esto?.- le pregunté de nuevo.
- Sí, no me digas ¿que no te gusta?
- No, no es eso, me encanta.- le dije, y era la verdad, adoraba la comida china.
- Entonces ya somos dos.- me respondió y me dio un tenedor, entonces comencé a comer.
Definitivamente era de un restaurante. Benjamín se quedaba pasmado mirándome, mientras yo comía.
-Narra Benjamín
La miré comer, era tan... linda. Sí, esa es la palabra que encaja perfectamente. Ella también me miraba; qué bueno que no se enteró lo que le hice a esos malditos bastardos en el callejón, se pudo haber asustado más. Aún seguía sintiendo ese hormigueo en mi mejilla, donde ella me tocó. No pude describir mi sentimiento cuando la sentí recargar su cabeza en mi hombro, o cuando tomé su mano.
Era todo tan extraño, toda esa m*erda del amor nunca había hecho efecto en mí, jamás había sentido nada por alguien antes. NADIE. Mi vida ha sido dura y dolorosa, desde que murió mi papá. Mi mamá... mi padre la mató, aún guardo su última posesión, su joyero.
Cada vez que veía a Luisana mirando hacia mí, me quedaba pasmado mirándola. Ella era.... naturalmente hermosa. Recuerdo la primera vez que hablamos, la ignoré tanto, estoy totalmente arrepentido de haber sido un idiota. Ella era... especial.
-¿Te gusta la comida?- le pregunté.
- Mhhm, sí, está muy rico.- me contestó cubriendo su boca.
Me reí al escucharla, ella me miró y sonrió. Su sonrisa, me daban ganas de tocar sus labios cada vez que la veía sonreír.
-No tenías que gastar dinero por comida Benjamín, me hubiera conformado con un cereal.- me dijo élla.
Le sonreí.
- Se me antojó la comida china.- le contesté.
Terminamos de comer, y me dí cuenta de que su costilla aún le dolía.
- Creo que debo ir a casa Benjamín.
- Puedes quedarte si quieres.- exclamé.
- Mis padres deben estar esperándome.- me contestó.
Miente, yo sabía que sus padres no estaban en casa.
- Ah si ¿Entonces porqué no te han llamado? -Ella tragó saliva.- De verdad Luisana, podes tomar mi cama, yo dormiré en el sofá o en el otro cuarto, no te molestaré. No pienses que quiero ser un pervertido.- le dije animándola a que se quedara, la verdad ganas no me faltaban, ella era.... sexy.
- Si no te importa, está bien.- me contestó y le sonreí.
Yo sabía que no le gustaba estar sola en su casa. La llevé a mi cuarto y le indiqué en donde estaba el baño, y dónde había mas cobijas si necesitaba. Puse su mochila a un lado de la cama, ella me agradeció. Le dí una camisa mía y unos shorts para que durmiera. Salí de la habitación y me dirigí hacia la sala, me puse a ver la televisión.
Después de unos minutos fui hacia la habitación donde ella estaba, para ver si ya se había acostado. Le iba a preguntar si se le antojaban unas palomitas de maíz, entré al cuarto y me di cuenta de que no había tocado.
- Soy un idiota - me dije a mi mismo.
Me quedé mirándola, se había puesto mis shorts, pero aún no se ponía la camiseta. Traía un sostén negro que hacía lucir su cuerpo aún más hermoso. Me quedé parado admirando su lindo cuerpo, hasta que dio la vuelta y me vio. Nuestros ojos se encontraron y yo caminé hacia ella.
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Lu Y Benja: Enamorada de un criminal
Romance"Esos ojos azulados me flecharon, aunque yo sabía que no me llevaría a nada bueno. Lo intenté, pero no pude dejar de mirarlos."