Arena y mar

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¡Buenas! Hace poco tuve un encontronazo de fangirlismo severo por este shipp, que siempre fue OTP pero nunca se me dio por escribir o leerlos, resulta que en medio de mi ataque me leí todo lo que me encontré y me quedé corta. ;-; 

No hay suficiente BrUru en el mundo, hay que poblarlo de más. <3 

Y ahí para ustedes mi intento y aporte.

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La noche envuelve con una intensa caricia las calles de Río de Janeiro. El calor se pega en el aire con su famosa gracia y la luna pinta todo lo que la luz artificial no alcanza, de un gris hermosamente llamativo. Se sienten las risas y voces altas de la gente que camina a altas horas de la noche, los pasos por la costanera, las olas del mar golpeando la playa.

Sebastián piensa que prefiere la arena fría en la noche en vez de la del día, piensa que la primavera, verano y otoño en Brasil son tan atosigantes como los veranos de Uruguay y que necesita de esas noches cuando está ahí, donde mal que mal el sol no está para matarlo y dejarlo inerte a un lado de los demás. Piensa que prefiere, en general, a Brasil por las noches (sin tanta gente, solo su grupo, no hay un sol sin tregua quemándole la espalda y la cabeza, están la luna y la arena fría, para mejor).

Se molesta en ver cómo su primo mayor va abrazando al chileno, los dos con una botella de ron en cada mano, los dos caminando en eses y el rubio hablando a los gritos y riéndose muy fuerte. Mira hacia atrás también, a Daniel, que se quedó en el camino con Julio y ahora se están besando entre risas, parados a unos cuantos metros que van agrandándose.

Se da cuenta de que la noche es bulliciosa y grata en cierta forma, si son ellos los que arman el bullicio. Gira la cabeza a su lado y levanta la mirada un poco, encontrando la sonrisa ladina de Luciano, implantada en su rostro de niño y piel morena, mientras mira a todos con esa expresión suelta y tranquila.

—Me re voy al hotel, boludo —bramó Martín, arrastrando las palabras e hipando al acercársele, apoyando una mano en su hombro—. Este pibe —Señala a Manuel atrás de él—, está re mal...

El chileno tiene una mano en la panza, está más pálido de lo usual, pero al mismo tiempo parece que finge muy mal estar mal, porque se le nota que frunce los labios en un intento de contener una sonrisa burlona. Sebastián los ve irse de la misma forma que caminaron hasta entonces, aunque ahora entre palabrotas delatoras con respecto a sexo que Martín va tirando y las puteadas de un Manuel que, aunque borracho, le da la timidez.

Sebastián se nota mirando otra vez la arena y el mar, en medio del mareo por la alegría que su cuerpo alcoholizado tiene encima, parece ver la superficie de la arena y la línea del agua que pega contra ésta tambaleándose y cruzándose entre ellas. Entiende que los pies le pican queriendo sentir la arena fría y, en seguida, se saca las chancletas y las deja olvidadas en la caminera para bajar.

—Qué buena onda —suspira, con los pies hundiéndose en la frescura mientras camina más adentro. Al voltear a ver, divisa primero a Dani y Julio, que siguen en lo suyo allá donde los dejaron a una buena distancia, y cae sentado donde está porque le parece, de repente, que el mar se escucha muy fuerte.

Estira las piernas y se recarga con los brazos hacia atrás, las manos se hunden en la superficie arenosa, llevándolo a recargarse en sus codos para no terminar de caerse de espaldas.

La luna alumbra el agua y le da un brillo místico, la ciudad ayuda también, a sus espaldas. No es como si Río de Janeiro se prestara de ser poco luminosa o pequeña, para no marcarse notoriedad. Se hunden sus ojos en el mar de color negro por la noche, a través de las gafas que repentinamente le molestan sobre el puente de su nariz.

Ver en la arena y el mar [BrUru][One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora