Prólogo

166 1 4
                                    

Despierto de mi sueño, veo mi oscura y silenciosa habitación repleta con palabras en las paredes, en el techo, y en todo lo visible. Todo está escrito con tinta negra; el texto dice lo mismo: Dios.

Mi cuerpo comienza a moverse por sí solo y no hay nada que pueda hacer para detenerlo. Al salir de la recámara noto que todas las luces están apagadas, escucho una risa dentro de mi cabeza (un insoportable sonido que me hace desear la muerte más rápida posible). Ésta se detiene al mismo tiempo que me dirijo hacia las escaleras; al bajar hacia la sala de estar, veo en el fondo del cuarto a tres seres con aspecto humanoide observando como desciendo, el trío luce de manera similar: todo su cuerpo es de un color negro profundo, son técnicamente la sombra de alguien. De diversas estaturas, pero hay algo que los caracteriza, todos poseen ojos y sonrisas de color rojo. Parecen demonios, las figuras mueven levemente su cabeza y hombros; como si estuvieran burlándose, junto a esto se escuchan las risas de niños.

Cuando me encuentro completamente en la sala de estar, los demonios empiezan a acercarse mientras estiran sus brazos en mi dirección, mi cuerpo no retrocede. Mis ojos no lo soportan más y se cierran ante el escenario, comienzo a gritar hasta que tengo la sensación de alguien tocando mi hombro desde atrás.

—Aléjalos, haz que se callen. —Me susurra una voz.

Después de esas palabras mi mano se cierra como si estuviera sosteniendo algo, al abrir los ojos veo que tengo un cuchillo de cocina muy largo, mi cuerpo ahora puede moverse libremente. Completamente desesperada grito con furia y comienzo a atacar a las tres figuras.

—¡Cállense!  —exclamo mientras clavo el objeto en el cuello de la sombra de la derecha, resuena el arma introduciéndose poco a poco, mis manos sienten como desgarro todo lo que tendría que ser su garganta y cuerdas vocales. Sin saber cómo es posible, la sombra cambia su burla a un grito desesperado. Ambos caemos al piso, extraigo el cuchillo de su cuello y repetidas veces apuñalo su pecho, mi cuerpo se siente mucho más ligero y lleno de energía, esa sensación… de arrebatarle la vida de una forma tan brutal a aquél demonio.

El cuerpo sin vida está tendido en el suelo mientras me encuentro encima de él, volteo hacia las otras dos figuras, ambas continúan riendo, sin embargo, una se encuentra en una esquina al mismo tiempo que coloca sus manos en su cabeza. La otra está a solo unos pasos de mí, de pie, observándome. Me levanto y corro rápidamente hacia la criatura, el impactar mi cuerpo contra el suyo hace que la sombra se estrelle con un librero ubicado atrás, éste cae y lo aplasta. El demonio intenta liberarse del mueble, pero solo logra asomar su cabeza; al igual que la vez anterior, la figura cambia su risa a un estruendoso chillido.

A un lado se encuentra una estatuilla de bronce, golpeo su cabeza una y otra vez hasta romperla con la pieza metálica, no puedo evitar emitir una pequeña carcajada mientras sonrío, esa sensación continúa dentro de mi cuerpo. Finalmente volteo hacia la última sombra, la más pequeña de las tres, suelto la estatuilla y me dirijo hacia mi objetivo, sostengo su cráneo con mis manos y con mis pulgares perforo sus ojos con gran furia, la sombra patalea y mueve sus brazos a todas direcciones al mismo tiempo que grita, pero después de unos segundos su cuerpo deja de moverse.

Me encuentro arrodillada, junto a los tres cadáveres. A todos les quité la vida de una forma horrible, pero me siento feliz, finalmente hay silencio, finalmente hay… tranquilidad. Observo el techo y cierro los ojos.

Después de poco los abro y dirijo mi vista hacia las sombras, no sé cómo reaccionar, pues las figuras han sido cambiadas por mi familia; se encuentra mi madre con el pecho y el cuello perforados, mi padre bajo un librero con el cráneo roto, y a mi hermano pequeño… Ni siquiera soy capaz de terminar la frase, estoy paralizada, siento que esa sensación de satisfacción se reemplaza por un frío insoportable, no sé qué pensar, lo único que hago es llorar al mismo tiempo que suelto carcajadas de diversión.

Una persona sale de la oscuridad y se acerca hacia mí, no puedo observar su rostro, pues antes que lo note veo como acerca su mano a mi cara, mi vista se nubla y por último escucho una voz susurrando:

—Dios.

Reacciono justo después de esta frase, observo por la ventana y veo que es de día, se encuentra un sol muy agradable, mi alma siente un gran alivio al saber que solo fue una pesadilla más.

Desde que poseo memoria he tenido pesadillas cada vez que duermo, no tengo un sentido de la realidad durante estas noches eternas, no quiero alejarme del mundo real donde estoy a salvo. Siempre despierto gritando sobre mi cama; sudando, la mayoría de las veces con lágrimas en los ojos, otras con hiperventilación, y algunas veces con las tres cosas como el día de hoy.

Los médicos le llaman “Trastorno de terror nocturno”, una enfermedad al dormir que afecta principalmente a los niños, y provoca que las personas experimenten miedos insoportables. Desde que era una infante me han dicho que se cura con el tiempo; principalmente en la etapa de la adolescencia, sin embargo, hoy día tengo 17 años de edad y las pesadillas continúan, creo que más horribles últimamente.

 —Ese tipo, ¿acaso está por comenzar?  —digo mientras me recuesto sobre mi almohada y coloco mi mano sobre mi frente.

Cualquier otra persona ya se habría vuelto loca en mi lugar, bueno, sinceramente desconozco si todavía estoy cuerda, pero desearía olvidar todo esto.

El Ciclo de la ParanoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora