En Francia, París, en un pequeño hotel, en una oscura y lluviosa noche, me encontraba con una gran taza de café caliente, sentado cómodamente en un sofá en la compañía de mi gran amigo Anders Collins, quien de pronto hace un comentario interesante.
—Cristopher, ¿has escuchado del Tesoro Western? Estoy pensando investigar sobre ese tesoro te y necesito a ti para que me ayudes —dijo Anders.
—Eso solo es una leyenda, mi querido amigo. Además, nuestro trabajo no es buscar tesoros —le respondí con una risa y algo de sarcasmo.
—Pero no estaría mal investigar, y si fuera cierto, sería un gran descubrimiento. Saldrían nuestros nombres en primera plana del periódico "Los detectives Anders Collins y Cristopher Yendez encuentran el gran Tesoro Western" Además, no hemos encontrado casos y casi estamos en quiebra —dijo Collins tratando de convencerme.
—Creo que será una pérdida de tiempo, pero está bien, te ayudaré a encontrar dicho tesoro —añadí.
—Ok Cristopher, gracias. No te arrepentirás. Usaremos nuestras habilidades de detectives para encontrarlo más rápido —me respondió de manera alegre.
—Está bien, pero ahora tengo que ir a mi casa, se hace tarde —dije mientras le daba los últimos sorbos a mi café.
Cuando terminé, caminé hasta mi coche y me fui sin más nada que decir, había dejado de llover y la noche estaba fresca. Pasaron unos minutos y llegué a mi casa muy cansado, todos estaban dormidos, me quité la chaqueta y la coloqué en el perchero, subí las escaleras hasta mi habitación y me acosté en la cama al lado de mi esposa, cerré los ojos y solo podía pensar en lo que me había contado mi amigo
¿Sera cierto? ¿Existirá ese tesoro en serio?
Todas esas preguntas recorrían mi mente, pero solo hay una manera de averiguarlo, tengo que ir. Después de un rato logré dormir. Me despierto y bajo a la cocina, ahí estaba mi esposa preparando el desayuno y mi hijo lavando los platos
—Bendición, buenos días padre —dijo Andrew muy alegre.
—Dios te bendiga hijo, buenos días —le respondí y le di un abrazo.
—Hey, Hola amor la comida ya casi esta lista —añadió Daniela, mi esposa.
—Buenos días cielo, está bien —le respondí igualmente y la bese para luego sentarme.
Daniela terminó de cocinar y Andrew de lavar los trastes, sirvieron el desayuno y comimos juntos en la mesa. Spaguetti con albóndigas y salsa.
Qué sabroso, dije en mi mente mientras comía.
Terminamos de comer y me toco a mí lavar los trastes, después de eso fui a mi habitación y encendí la computadora, busque en Google información sobre "La leyenda del tesoro Western". Decía que era un tesoro que se hallaba en Inglaterra, pero primero había que hallar una tabla con unos extraños símbolos que nadie había podido descifrar, estaba en una cueva llamada Marsgestin ubicada en Brasil, no había fotos de la misteriosa tabla. Investigué sobre la tal cueva, y fue hallada en 1898, y es conocida por la tabla que por su gran peso no se ha podido mover, además, los aparatos eléctricos no funcionaban en tal sitio, por eso no había fotos de la tabla. Menos había información de cómo llegar a la tabla dentro de la cueva ya que decían que adentro todo era confuso
Fue buena toda la información que hallé, de pronto mi esposa entra al cuarto y ve la pantalla de la computadora
—¿Para qué investigas eso cielo? —me pregunta.
—Bueno, Daniela, como sabrás no hay casos, prácticamente no tengo trabajo, estamos casi en quiebra así que Anders y yo iremos en busca del tesoro Western, ese descubrimiento nos traerá mucho dinero, seremos famosos y tal vez consigamos más casos después de terminar esto —dije mientras organizaba mi equipaje.
—Pero cielo, eso es una leyenda, eso no puede ser verdad- respondió un poco intrigada
—Pero amor, ¿y si fuera cierto? ¿Te das cuenta? Saldríamos de esta pobreza y viviríamos bien —le digo mientras cierro la maleta.
—Humm, no me gusta mucho la idea pero sé que no podre sacarla de tu cabeza. Por favor, cuídate —me contesta de modo inseguro.
—Hey, escuche todo. Padre, yo te podría ayudar, esa leyenda me gusta mucho, además se traducir símbolos. Sé los símbolos mayas, aztecas, incas y unos que otros egipcios, déjame ir contigo —dijo Andrew desde la puerta.
—Hijo, puede ser peligroso —le contesté.
—¡Pero tengo 16, no me trates como un niño! –exclamó.
—Mmm, no lo sé Andrew —dije pensativo— pregúntale a tu madre.
—Padre, tú no sabes traducir símbolos, mucho menos el señor Anders, puedo ser muy útil. Madre sabes que tengo razón, por favor dame una oportunidad padre —respondió.
—A mi me parece bien que vaya él, así podría ayudarte y no harías nada loco —dijo Daniela.
—Está bien, puedes venir, pero si se pone muy peligroso te mandaré a casa.
¡Gracias padre! -exclamó Andrew muy feliz.
—Bueno, ordena tu equipaje, vamos a Brasil.
Andrew salió de la habitación y se fue a equipar lo que llevaría en su aventura
—Bueno, yo iré a la casa de mi madre, no quiero estar sola en esta casa —dijo Daniela.
—Está bien amor, nos vemos —le respondí.
—Nos vemos.
Y se fue sin más nada que decir. Andrew terminó de equipar y nos fuimos al hotel del detective Anders Collins, tocamos la puerta y nos abrió, estaba un poco confundido al ver a Andrew.
—¡Hey! Hola Andrew, hola Cristopher, ¿cómo están? Pasen —dijo mientras se retiraba de la puerta—. Siéntense, ¿quieren un poco de té?
—Sí, por favor —le respondimos al mismo tiempo.
Fue y nos trajo un poco de té. En eso sale del baño un señor el cual no conocía, y me quede con la misma cara del Sr Anders al ver a Andrew.
—¿Quién es él? —le pregunté a Anders discretamente cuando volvió.
—Es el traductor que contraté para ir a la cueva Marsgestin y traduzca la tabla, ahora yo te pregunto, ¿para qué trajiste a Andrew? Es peligroso —me respondió Andrew, me ve y se sigue bebiendo su té
—Bueno, Andrew también es un traductor, y él tiene la misma capacidad de todos para estar en esta búsqueda del tesoro —dije.
—Disculpen, me presentare, Detective Cristopher, Sr Andrew, soy George Wiston, un traductor de símbolos y lenguas.
—Bueno, creo que sería mejor que vaya George, no pongas en riesgo a tu hijo —dijo Anders.
—¿Qué tienes en contra de que mi hijo vaya? —le pregunté un poco incómodo.
—Bueno señores, no hay por qué discutir, supongo que 2 traductores son mejor que 1. 2 mentes, 2 opiniones —dijo George.
—Bueno, creo que será lo mejor –respondí.
Compramos los boletos rumbo a Brasil, la aventura comienza.