Capítulo 1: Mis Locos Amigos.

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Tal vez tomes asiento y te preguntas ¿Todas las populares tienen que ser esas típicas chicas adictas a la moda y muy cuidadosas con ellas?.

Riley es popular, ella no le toma importancia porque dice que no es de su agrado y no es como todas las típicas populares que salen en las películas. Ella es un desastre.

¡En fin!

Estoy hablando de mi misma, lo cual suena algo loco y...
Les hablaré de que soy una chica de diecisiete años algo inquieta y desastrosa.

—Riley recuerda que hoy regresas al manicomio.

Esa voz que interrumpió mi sueño es la de mi madre. No es normal y pienso que de ahí lo heredé.

Una vez se le hizo buena idea meter un plato cubierto de papel aluminio en el microondas, solo para ver que era lo que ocurría.

Les dije que no era normal.

—¿Quieres cerrar la ventana?—me envolví en mi deliciosa cobija.

—Uhm... No. —quitó mi deliciosa cobija de Batman de mi.

Hoy tenía que ir a clases. Primer día del último año, para ser exactos.

Estoy parada enfrente del enorme espejo mirando lo horrible que me veo, arreglando mi cabello tan solo con poner un gorro sobre el.
Miré hacia la enorme ventana de mi habitación. Donde se puede ver la otra enorme ventana del balcón de la casa de alado, donde no vive nadie hasta ahora. Ya que mis ex vecinos se marcharon diciendo que ya no aguantaban las raras cosas de mi madre y mías. Los odiaba.

Bueno, no los culpo. Las casas están tan pegadas que podía pasar con solo un brinco, y hacerle bromas a un integrante de ahí. Era tan divertido.

Bajé brincando de los escalones como si estuviera emocionada por ir al estúpido manicomio.

—¿No irás al estudio? —le pregunté a mi madre que bebía de una taza de café.

Mi madre es modelo y es algo conocida.

—Si...

—No irás —la interrumpí mientras ella giraba sus ojos.

—En realidad no, les dije que no me sentía bien ya que ando en mis...

—Demasiada información para mi sistema por ahora —caminé hacia el refrigerador tomando una botella de jugo.

—Después dije... Porque no llevar a mi hija a la escuela, después recordé que pasará el camión de la basura... Digo, de la escuela por ella —sonrió y me aventó una pajita en la cara.

Después se pregunta porque no soy una hija normal.

En eso sonó el timbre y ya suponía quien era.
Me dirigí a la puerta donde estaba Dalia con una enorme sonrisa de oreja a oreja.

—¿Lista para la escuela?

Ella es Dalia. Mi mejor amiga desde que tenía como diez años, la conocí porque una dulce niña de diez años me salvó de un gran castigo.
Linda, atenta a clases, no se mete en problemas, demasiada dulce y nada en común conmigo.

—No—dije para después cerrar la puerta en su cara.

—Supongo que fue un si —entró saludando a mi madre y después me sacó de la casa. Un fuerte rayo de sol impactó en mis ojos.

Cuando Te Vi ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora