Un chico. Un chico al que no conocía de nada, moreno y de ojos verdes. A ambos el sentimiento de la sorpresa nos invadió, luego vino la curiosidad y después la vergüenza pues había calculado mal y en vez de partes nobles por así decirlo. Sonrojada me levante y extendí mi mano para que el chico la tomara y se levantase el también.
Ahora que lo tenía enfrente y no debajo lo veía con mas claridad. Era alto, tal vez me sacase un par de centimetros o tres. Y tenía un cuerpo atlético, no como algunos chicos de su Academia, que eran básicamente todo músculo. Este me recordaba a los personajes de anime. Con rasgos definidos. Pómulos altos y cara ovalada. Como decía no era un tiarrón grande si no alguien que parecía llevar la realeza en la sangre. El cuerpo atlético definía a la perfección al chico. Tenía una cintura pequeña y no era muy ancho de hombros, solo un poco mas que yo.
Al igual que yo lo analizaba a él él me analizaba a mi.
-¿Quién eres y qué haces aqui? -dije envainando el cuchillo.
-Podría preguntarte lo mismo -sonrió él pícaro.
Ahí me había pillado. Alzé las cejas.
-Vale probaré con empezar por otro lado. ¿Que tal si me dices tú nombre?
El chico iba responder seguramente con alguna picardía, podía leerselo en los ojos. Sin embargo un grito de algo que parecía ser alegría retumbó por todo el aire. Fleetwick tenía las patas delanteras separadas y el pico abierto como si fuera una sonrisa, corrió hacia el chico desconocido, el pobre draquem solo quería que lo acariciasen y hacer un nuevo amigo. El chico miró horrorizado como un pájaro gigante con plumas negras y ojos amarillos corría hacía él. Su primer acto reflejo fue esconderse detrás mía. «EH» con una sola voz el draquem paró en seco su atropellada carrera para sentarse y mirarme atentamente, esperando recibir una orden.
El chico salió detrás de su escondite (yo) y miró divertido a Fleetwick.
Entonces me di cuenta de que tenía la sartén agarrada por el mango.
-O me dices quien eres o le digo que te ataque -sentencié con una sonrisa maliciosa.
La curiosidad en los ojos del chico desapareció.
-Me llamo Greg. -me quedé callada para que siguiera hablando, pero en vez de ello, miraba a Fleetwick con la mayor de las admiraciones a la vez que alargaba el brazo. El draquem situó su pico justo debajo de la mano de este. Greg acarició su pico y después subió la mano por la cabeza y el cuello. Y como si de algún modo yo misma estuviese conectada con las emociones de mi draquem sentí a un chico que ya no le tenía miedo a ese pájaro gigante. Eso fue lo que mi draquem me transmitió. Yo sentí una profunda admiración hacia Greg. Me había llevado meses poder acariciar a Fleetwick, sin embargo el había producido en el ave una sensación de paz interior y de seguridad que incluso hizo que se sintiese alagado de que hubiera decidido acariciarlo.
Cuando creí que no seguiría hablando Greg continuó mientras acariciaba a mi draquem.
-No se que hago aquí, o cómo he llegado terminado.. Sé que ahora mismo debería estar aterrorizado por este pájaro gigante con alas. Se que no debería estar creyendome que hubiese hadas escondidas entre las ramas de los árboles que ahora mismo nos escuchan. Y de hecho, no me lo creería, si no supiese que es cierto, se que no estoy soñando, que todo esto es muy cierto. Yo ya he estado aquí, en mis propios sueños, y he hablado con estas mismas hadas que ahora nos observan.
Durante todo su relato había estado mirando a Fleetwick y solamente al final se había girado para mirarme. Ahora estaba en frente mía. Con la cabeza del draquem apoyada sobre su hombro.
-¿Puedo preguntar yo ahora quien eres tú?
-Me llamo Alyssia. -conteste.
Necesito que vengas conmigo a un sitio.
No me costó mucho hacer que se montase en el draquem. Lo que si me costó fue explicarle las razones por las que no podía controlar el a Fleetwick.
-Deja que te explique, 1) no sabes 2) no sabes y 3) no sabes.
Una vez ya montados y apunto de despegar (la tormenta ya había amainado) le advertí.
-Agarrate fuerte.
-Será un placer - simplemente rodé los ojos.
Greg me rodeó con sus brazos la cintura tal vez un poco mas de lo necesario. Tras eso partimos el vuelo. Gracias adiós el cielo se había aclarado y no hubo en todo el trayecto ninguna nube. Tardamos unos 10 minutos en llegar y cuando lo hicimos era noche cerrada. El director había mandado a mis amigos a dormir aunque seguro estos no lo estaban haciendo.
Me costó hora y media contar al viejo director como había llegado a la isla y encontrado a Greg. Y cuando lo hice, los primeros rayos de sol ya habían aparecido en el horizonte.
Una enfermera acompañó a Greg a su habitación mientras yo hablaba con el director.
-Primero dijiste que hubo un temblor, fuiste a dar una vuelta y apareció el chico.
Asentí.
-Y también dice usted que el viaje de vuelta fueron diez minutos. ¿A que velocidad iba su draquem? -preguntó el canoso mirando por encima de las gafas.No comprendía a que se estaba refiriendo el director con todo aquel asunto.
-No entiendo que tiene que ver todo esto. Mi draquem no es el mas rápido del establo. No creo que en todo el recorrido llegase a superar la media.
-¿Y afirma usted que solamente tardo diez minutos en el recorrido? -mi cara era un cuadro- La isla mas cercana esta a media hora de camino.
Ya lo sabía. Lo había dado en clase de geografía. Pero no me había acordado. O no había tenido tiempo para recordarlo. Entonces señalé la dirección en la que habiamos venido sin girarme a verla.
-Esa es la isla de la que venimos -dije mientras me daba la vuelta en dirección a la que señalaba.
Sin embargo, allí no había nada tan solo una pequeña nube flotando en el vacío impulsada por los vientos del norte.
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El Castillo de Cristal
FantasyTenía una vida normal sin muchos amigos y con un gato que no solía hacerle mucho caso. Pero eso cambió cuando sus padres murieron y su tía se la llevo a una academia de dragones en otro mundo diferente. Desde entonces la vida de Alyssia cambia. Natu...