Me gustaría contaros una reflexión.
Pero creo que ya es demasiado tarde. Estoy sentado en la barandilla de un último piso. Veo mis piernas colgando hacia el vacío.
Miro a las personas de la calle. Hay muchas, es hora punta.
Quiero saltar, mi vida no vale nada. Estoy vivo, pero llevo años muerto por dentro.
Mamá, ¿me escuchas? Lo siento. Hiciste lo que pudiste por criarme. Sobre todo desde que murió papá. Perdóname, pero ya no lo soporto. Mi ropa está doblada encima de la cama.
Espero que me entiendas.
Te quiero.
No os quiero decir las veces que, tal y como reza una canción, me imaginé muerto en el suelo, y nadie lloraba.
Ya estoy hablando solo otra vez…Maldita costumbre.
Acabo de mirar el móvil. Más amenazas. ¿Qué ven en mí? Ya no lo soporto más. Que me humillen mientras puedan. Ya no lo podrán volver a hacer.
Me gustaría contaros una reflexión, pero ya es mi hora.
Cierro los ojos y salto al vacío. Dura un solo momento. Es demasiado tarde para reflexionar.
...
— Carlos, que tenemos hoy.
— Míralo por ti mismo — Carlos observó a Ángel acercarse al cuerpo—.
— Mierda, es un chaval — Ángel miró hacia el alto edificio—. ¿Se ha tirado desde ahí arriba?
— Sí, debía de pasarle algo muy grave para hacer eso…Sobre todo a esta edad. Apenas 15 años.
Ángel se agachó junto al cuerpo sin vida.
— Mira, parece que tiene algo agarrado en las manos.
Carlos se acercó y cogió la mano del joven. Al abrirla encontró un papel con una frase, quien sabe, quizás… una reflexión,
Curioso es, que cuantos más suicidas hay, menos suicidas quedan.
ESTÁS LEYENDO
Historias del Bosque de palabras.
RandomTe encuentras en un bosque, pero no en uno cualquiera. Esto es un Bosque de palabras, escritas a mano por personas que como tú y como yo que añoran perderse en algún lugar en donde no pase el tiempo. Cuidado con perderos, pues este lugar será capaz...