Capítulo IV

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Brandon balbuceó mi nombre, su rostro estaba perplejo, sus ojos estaban abiertos de par en par, y su boca dibujaba una perfecta “o”. Su mano viajó directamente a su mejilla, al lugar en el que yo le había estampado mi mano. Rozo con cuidado esta, aún sin poder creer lo que yo había hecho.

Intentó hablar nuevamente, pero yo no lo permití. Empecé a golpear su pecho con mis pequeños puños. Aún no podía entender que era lo que había sucedido en el campo de futbol. Solo sé que alguien había salido mal herido por culpa del demonio disfrazado de ángel que tenía frente a mí.

Cuando ya no me quedaban más fuerzas para seguir, mi cuerpo cayó sobre su pecho, y mis lágrimas comenzaron a derramarse sin razón alguna. No sabía el porqué de mi llanto. Pero en mi pecho sentía una gran decepción causada por Brandon.

Sus manos rodeaban mi cuerpo, y las yemas de sus dedos acariciaban mi cabello. Yo empecé a llorar más fuerte y el solo me abrazaba más a su cuerpo. En mi cuerpo ya no quedaban más lágrimas, pero los sollozos de mi boca seguían saliendo.

Me fui quedando poco a poco más tranquila. Los espasmos alrededor de mi cuerpo fueron cesando. Estábamos ambos tirados en el suelo. Él estaba apoyado sobre la pared y yo me encontraba sobre su pecho. Nuestras respiraciones eran sincronizadas.

Cuando menos sentí, el comenzó a hablar.

-Él habló de ti. Ese poco hombre se atrevió a insultarte frente a mí. Dijo cosas asquerosas, que en serio no puedo repetir. Solo pensar en ese momento me hace hervir la sangre nuevamente. Esa es la razón del porque le pegué. Yo empecé los golpes. Pero no pude soportar que hablar de ti.- su voz se cortó a lo último.

Me sorprendí demasiado con lo que Brandon acababa de confesar. Sus brazos me abrazaron más fuerte. Me ayudó a levantarme. No lo volví a ver en ningún momento. No podía sostenerle la mirada. No podía luego de todos los golpes que le había soltado, sin antes haber escuchado lo que había sucedido en realidad.

El depositó un beso en mi frente y luego dio media vuelta para salir por la puerta de mi casa. No dijo nada más, y yo no lo había detenido para que no se marchara.

Escuché la puerta de la habitación de Jean abrirse. Sus ojos estaban completamente abiertos. Y se quedó viendo sorprendida hacia la puerta.

-Lau, no sé lo que haya sucedido en realidad, pero si un hombre viene hasta tu casa a buscarte, para darte explicaciones y para intentar arreglar el problema, no deberías dejarlo ir. Aparte, el tipo está como quiere.

Jean, por extraño que parezca, tenía toda la razón. Tomé el abrigo que estaba colgado en el perchero y salí corriendo por la puerta del pequeño departamento. Miré hacia todos los lados, pero no había nadie.

Pensé en tomar el elevador, pero sabía que este tardaría demasiado. Así que decidí bajar por las gradas. Corrí todo lo que pude, y tastabille en los últimos escalones, pero logré mantener el equilibrio. Doblé hacia la recepción del edificio. Cuando llegué casi frente al mostrador logré visualizar a Brandon saliendo por la puerta del bloque de apartamentos.

Corrí y logré tomarlo por su mano. Él se giró y yo me golpeé contra su pecho, pero no me importó el dolor. Lo abracé lo más fuerte que pude. Sus ojos se abrieron por la sorpresa, pero en seguida correspondió a mi abrazo. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos nuevamente.

Comencé a balbucear palabras ininteligibles. Tratando de pedirle que me disculpara por no haber pedido explicaciones antes.

-Lau, Lau, cálmate, estoy aquí. Intenta respirar y luego intenta hablar.- me dijo, mientras tomaba mi rostro entre sus manos.

Empecé a respirar más pausadamente y luego tragué el nudo que se había hecho en mi garganta.

-Brandon, en serio discúlpame por no haberte escuchado antes, por haberte cacheteado, por los golpes que te di. En serio te pido que me disculpes por haber actuado sin antes haber preguntado qué era lo que había sucedido.- mis palabras se cortaron por culpa de un sollozo que salía de mi garganta.

El limpió las lágrimas que caían de mi rostro y me abrazó. Empezó a dar besos sobre mi cabeza. Sus brazos me sostenían de una forma tan especial. Como gritando “no te dejaré ir”.

-Tranquila Lau, todo está bien, las personas cometemos errores, y los amigos estamos aquí para perdonar esos errores.

Amigos… amigos… esa palabra formaba eco en mi mente… esa palabra había dolido en lo más profundo de mi corazón.

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2017 ⏰

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