‘’ ¡Harry!’’ Gritó esa voz que por días y noches había escuchado en mi cabeza. Entonces lo vi, justo enfrente del televisor, descalzo y envuelto en sus propios brazos. Era incluso más guapo de lo que lo recordaba. Sus facciones habían madurado más, incluso. Seguía peinándose de la misma manera que la última vez que lo vi. Sus ojos casi no se veían, se notaban más esas arrugas que aparecían en los extremos cuando sonreía. Corrí a todo lo que mis pies me permitían, queriendo ir incluso más rápido de lo humanamente posible. Deseaba estar en sus brazos, oler su aroma y sentirme como en mi hogar. Él era mi hogar. Lo había sido todo este tiempo. Entonces, lo sentí de nuevo colocando su cabeza en mi cuello. Como siempre lo hacía. Me llenó de besos el cuello, el lóbulo de la oreja, la cara, las manos. Sus ojos estaban desbordando lágrimas, y cuando se detuvo para verme a los ojos, besé sus lágrimas, limpiándolas. No iba a llorar, no iba a llorar.
‘’Estoy aquí, bebé’’ Sentí como mi corazón se aligeraba el pensar en Louis y en su forma única de avanzar a tropezones por su animada existencia. Quería abrazarlo como nunca. No hacer el amor, no coger. Sólo abrazarlo y curar su corazón. Prometerle que todo estaría bien al final del día. Ver el amanecer mientras nos abrazamos estando acostados en nuestra cama. Ver su sonrisa, su verdadera sonrisa.