Juegos Prohíbidos

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Estaba nerviosa, no podía evitarlo...  no estaba acostumbrada a hacer aquello pese a que se había vuelto una especie de juego o reto contra ella misma desde hacia unos meses, su amiga Monike la había metido en ello y la verdad era... estimulante.

Algo que hacía que la adrenalina inundase sus venas y la hacía sentir poderosa, deseada y sensual. Ahí podía desinhibirse y ser la mujer ardiente que era, podía resultar decadente y bochornosos pensar en lo caliente y húmeda que se ponía cuando la dominaba y la hace sentir de aquel modo pero era así....

Entró en el hall del hotel y miró alrededor discretamente y espero junto a la cristalera que daba a los jardines, lo había visto por el rabillo del ojo, sentado con esa regía y arrogante elegancia masculina, su rostro oculto tras el diario y el humo del cigarrillo saliendo por encima de este.

Sin saber ni como supo el momento justo en el que se levanto, dejo el diario en la mesita de cristal y aplastaba el pitillo en el cenicero. y se acerco con pasos seguros hacía a ella, lo tenía detrás, olía a hombre y lujo, se puso bien la americana y con su simple envergadura y mayor tamaño la pego a la cristalera. Sus manos firmes se colaron por debajo de su abrigo y notó como torcía la boca con aprobación al comprobar que ella había obedecido.

__Así me gusta, que no lleves nada debajo...

Le puso una mano en el hombro y la hizo andar por delante de él hacia el ascensor, a Olek le encantaba ver la cadencia femenina de aquella mujer, como se movían sus caderas y avanzaban esas largas piernas torneadas enfundadas en unos elegantes pantis y esos vertiginosos tacones negros de aguja.

Una vez dentro, saco su tarjeta del bolsillo interior de su americana de firma y la paso por la ranura del sistema del ascensor, las puertas se cerraron en silencio y la sugerente música ambiental que sonaba llenó la estancia.

Normalmente no le dejaba verle la cara y de momento seguiría así, la giro con brusquedad asiéndola del codo e introdujo sus expertas manos entre las piernas de ella y volvió a sonreír junto a la suave mejilla de ella que pudo sentir la aspereza de la incipiente barba de él estremeciéndose.

__Caliente y húmeda, tal y como me gusta...__ su voz ronca y oscura era un acicate más el cuerpo receptivo de Ariadna.

Que procuró no gemir al sentir el atrevido dedo estimulando su sexo, le abrió los labios e introdujo uno de los dedos moviéndolo de modo enloquecedor obligando a Ariadna a apretar las manos en las paredes del ascensor para no venirse abajo. 

El ansia y la certeza de la espera y el preámbulo de lo que vendría hacía el deseo casi doloroso. Saco el dedo invasor y lo llevó a sus labios para que ella misma pudiera saborear sus fluidos. Se apoyó en él y dejo que él deslizase las manos dentro de su abrigo hasta cubrir sus pechos.

Por fin el ascensor se detuvo y ambos salieron, Olek abrió la puerta aún en absoluto silencio y la hizo pasar.

__Quédate junto al ventanal y no te vuelvas__le ordenó.

Ariadna obedeció con el pulso aún martilleándole contra las sienes, cerró los ojos y su cuerpo se endureció cuando sintió el calor del cuerpo masculino pegado al suyo. Esas mismas manos autoritarias podían ser rudas pero eran capaces de dar el mayor placer imaginable. Despacio acercó sus dedos al nudo que cerraba el abrigo de ella y tiro de este, miró la imagen del cuerpo femenino frente al cristal y le quito la engorrosa prenda dejándola caer a sus pies.

Examinó deleitándose con sus curvas que había obedecido por completo a sus exigencias, llevaba los zapatos, los pantis, el liguero con un lacito en su precioso trasero en forma de corazón y un collar largo de perlas que se precipitaba entre sus turgentes pechos enhiestos.

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