Parte única.

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¿Cómo sería un Omega sin su alfa?
Sólo un montón de huesos con piel.
¿Sabes? A veces, cuando encuentras a tu mitad, perderla duele. Duele como la mierda.

Así se sentía Louis.

No tenía vida.
Sus defensas estaban jodidamente bajas.
Tenía gripe la mayoría de los días, y cuando no la tenía estaba a punto de morir.
Menuda mierda.

Y su mordida...Su mordida pasó de ser una constelación plateada, Haciendo un hermoso contraste con su piel. A una marca amarillenta, mucho mas sensible que lo habitual.

Sus orbes azules se habían secado de tanto llorar.
Ahora sólo deseaba morir.
Desaparecer e irse con él.

Harry, así se llamaba.
Era tan hermoso; tenía unos rizos color chocolate, el cual amaba trenzar repetidas veces al día.
Sus ojos eran de un verde tan especial, que siquiera el mejor de los artistas podía recrear.
Y sus labios, llenos y rojos por naturaleza.

No pudo siquiera despedirse.
No pudo decirle cuanto lo amaba.
No pudo aceptar como persona racional que estaría solo por el resto de sus días.

Su parte racional murió cuando murió su Alfa.
Su Omega estaba agonizando.

Está en un hospital.
Esperando que llegue el día.
Preparó una carta, muy hermosa para su pequeña, en realidad, preparó tres.

Una para cuando muera.
Otra para cuando cumpla sus quince años.
Y la última, cuando conozca a su pareja.

Cada una contenía experiencias, anécdotas e incluso fotos, de cuando ella estaba en su vientre y por supuesto, consejos, estaban plagadas de ellos.

Fue tan hermoso, ver sus espesas pestañas llenas de lágrimas, enterándose que iban a ser papás.

La pequeña Amy tiene 24 meses.
Jay cuidará muy bien de ella.

Desearía porder apoyarse en ella y volcarle todo su amor.
Pero su amor se fué.

Porque un Omega sin su Alfa es vivir sin vida.

Y llegó el día.

Se dejaría morir.

Dejaría de hacer un inhumano esfuerzo cada vez que inhale un poco de aire.

Dejarían de dolerle los músculos.

Dejaría de ver la vergüenza y lástima en los ojos de quienes lo miren.

Dejaría todo.

Y extrañamente se sentía feliz.

Se despidió de su preciosa hija, quien lloraba al no entender nada.

Se despidió de su bellísima madre, la cual amaría por siempre.

Y Tiró un beso al cielo seguido de un débil susurro "Espérame, mi amor"

Ya no más.

Quizá exista un lugar dónde estén los muertos, quizá pueda volver a ver esos hermosos y despeinados rizos.

O quizá no.
Quizá nada pasaba, como si durmiera muy profundamente, pero por siempre.

De todas formas, no importa. El dolor acabaría.

Omega sin alfa.- OS.- Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora