No parecía sentir ni oír nada, allí tumbada en su cama, como si en su propia burbuja de irrealidad estuviese, o eso creían sus padres. Ellos la llamaban, pero ella no respondía, ni daba signos de percibir sus voces.
Ahora miremos las cosas desde la perspectiva de esta chica.
Los oía, claro que los oía, alto y claro, pero algo le impedía moverse. Algo que la atemorizaba, pues poblaba sus mayores pesadillas. Siempre vigilante. Si intentaba moverse él la castigaba.
Cansada ya de luchar por su libertad se dejó llevar. Cerró los ojos y se dejó arropar por esos cálidos brazos.
Los brazos de la muerte.
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Relatos Cortos
Science FictionRelatos que se me van ocurriendo sin siquiera pensarlos