Se tumbó en la cama tranquilo por fuera pero con un sentimiento inquieto que le punzaba por dentro.Cerraba y abría los ojos despacio, sin prisa y sin peso, dejó que su cuerpo se relajara.Pensaba en aquellos momentos, esos que no se esfuman de la cabeza ni del corazón, esos que no dependen de la memoria para seguir vivos, esos que se han fusionado en tu piel.Imaginó su cuerpo sobre el de él, acariciando su espalda bajo aquella ropa. Era tan real... él la sentía, notaba como aquel aire era ella, estaba ahí.Se preguntó cómo era posible, qué es lo que le había traido aquella amada presencia a sus sentidos, ¿los recuerdos? ¿El deseo?Él dejaba entrar aquella sensación tan delicada y preciada, esa tranquila caricia del cuerpo, esa ardiente gratitud.Su cuerpo perdió más tensión, se relajó más notando aquel roce suave, aquel contacto caliente.Pensó que la tenía ahí y recordó sus besos, sus caricias, su delicada piel, su atrevida pasión.De nuevo volvió a dejar de sentir el final de su cuerpo, ella estaba tan cerca que sus cuerpos eran uno, ninguno sabía dónde empezaba o terminaba, los dos juntos ignoraron incluso las fronteras de lo físico.Tan cerca que su cuerpo empezaba en el suyo.Tan cerca que el latido empezó a ser uno.Disfrutó aquel momento aunque sabía que no era cierto. Aunque sí fue cierto, ella ya se había pegado a su piel, ahora su piel estaba en la de él, si él acariaba su vientre era también el de ella.Quizá sea parte de la locura de un amor que envuelve todo, pero para él era real, y la locura no siempre se aleja de la verdad, es más, quizá en el amor sea la única forma de acercarse a ella.