Cuando un bebé nace todo lo que un padre quiere es que ese bebé sea un doctor, un veterinario, un abogado, un arquitecto, un ingeniero, o un profesor... en fin, quieren que sea alguien por el cual sentirse orgulloso.
Aunque algunos padres solo no quieren que sean una de estas dos opciones: ladrón u homosexual. En la primera opción tienen toda la razón ¿verdad? Quién se sentiría orgulloso de decir que su hijo es un ladrón. En la segunda opción están totalmente equivocados ¿triste verdad? A decir verdad, si yo alguna vez tuviera un hijo (cosa que lo dudo) me enorgullecería decir que es homosexual.
Mis padres tuvieron el primer pensamiento, el de querer que yo fuese una doctora o algo por el estilo. Mejor dicho, mi papá quería que fuese bióloga, mínimo Chef... o tal vez futbolista, ya saben, esos padres que de pequeños querían ser futbolistas pero no pudieron, simplemente terminaron en una oficina con una gran barriga; lo único que mi papá quería es que fuese lo que yo quisiera... al menos eso me dijo cuando cumplí 12 años.
A los 4 años yo era la consentida de la casa, hija única, la nieta menor de mis abuelos, la sobrina menor de mis tíos: todo era perfecto, hasta mis primos me amaban, era como su pequeño juguete.
Recuerdo jugar junto a mi prima mayor para quitarle el control del televisor a su hermano. También cuando mis padres me dejaban en casa de mi tía, recuerdo ponerme a jugar con mis tres primos en el computador, recuerdo que se burlaban de mi cuando mi personaje moría.
A los 5 años entré a la escuela, una escuela pública solo para niñas, no lloré la primera vez que me fueron a dejar, recuerdo ver a esas otras niñas llorar como desquiciadas mientras yo entraba al aula con mi lonchera. Al segundo día de clases encontré a mis dos mejores amigas, aún recuerdo cómo fue que hablamos por primera vez...
A los 7 años perdí mi inocencia, recuerdo como el hijo de la novia de un tío me acorralo detrás del congelador para besarme mientras que mis padres, mi tío y su novia estaban fuera; él solo me ganaba por 5 años así que no pasó nada más que un beso... hasta un año después que comenzó a besarme en el cuello, el abdomen... no paso de ahí, no podía decir que no me gustará que me besará, la verdad es que me daba igual. Cuando mi tío terminó con esa señora recuerdo haberme puesto feliz, pero llegó un día otro primo materno mayor por 8 años, todo comenzó de nuevo con un beso, luego comenzó a tocar... ahí si me asusté, luego me mostró eso, intentó que lo tocará pero no quise... ahí terminó todo. Nunca le dije nada a mis padres, ni pienso hacerlo, por una simple razón: odio que me tengan pena. Lo odio. Odio que me tengan pena con toda mi alma, así que preferí callar... aunque lo mejor es hablar sobre eso, pero yo no quería y no querré.
A los 11 años me gradué de la escuela, recuerdo como todas mis compañeras lloraban, así como el primer día, hasta los padres lo hacían. Yo no entendía por qué, algunas se iban a quedar al colegio que había ahí por la tarde así que se iban a volver a ver. Yo iba a ser una de ellas meses atrás hasta que tuve una pelea con mi mejor amiga y le dije a mi papá que me cambiará, él aceptó muy feliz. Ese día no lloré, me sentí libre, quería librarme por fin de todas esas chicas, esas chicas que alguna vez me habían llegado a molestar. Claro, tenía ese grupo de amigas con las que me llevaba muy bien, solo me despedí de ellas, prometimos seguir hablando, todo quedó en promesas.
A los 12 años entré al mejor instituto de mi ciudad, recuerdo haber estado muy nerviosa, yo nunca había sido bueno haciendo amigos, además aquí compartía clases también con chicos, hice amigos el primer día, me hice amiga de una chica que prácticamente estaba loca, pero me caía bien, y estaban los otros chicos... por una extraña razón todos me cayeron bien.
Meses después mi madre murió gracias al cáncer, lo venía teniendo desde que yo tenía 6 años, recuerdo ese día haber llorado como loca, y recuerdo que mi tía paterna favorita abrazándome, consolándome. Ese día perdí mi fe, dejé de creer en Dios. Nunca me había considerado mal católica, siempre rezaba, iba a misa, iba a catecismo, siempre recé para que mi madre se mejorará, pero nada paso, así que el día de su muerto deje de creer, comprendí que nadie me había estado escuchando.
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idk;
Teen FictionAska Darín nunca pensó cambiarse de casa. Aska nunca pensó cambiarse de ciudad. Aska nunca pensó que su madre moriría y año después su padre se volvería a casar. Aska nunca pensó que su papá se iría a vivir lejos. Aska nunca pensó en dejar a sus abu...