"Me enamoré de un chico que nunca me quiso, a la vez otro chico se enamoró de mí. No creo saber que es peor que te rompan el alma o romperla tú."
—¡Señorita Johnson!— Resuena en mi cabeza, como un canto repetitivo.Yo despierto de forma repentina e intento comprender la situación.
La profesora de matemáticas me dirige una mirada irritada.—¿Otra vez durmiendo en clase?—noto el esfuerzo que hace para no reírse, probablemente si me viera a mí misma también me reiría.
—¿Qué estaba explicando?— se cruza de brazos.—mhmm....¿matemáticas?— la clase estalla en risas.
Amelia, la señora que tengo de profesora, rueda los ojos y trata de mantener su fingida compostura.
— Felicidades, acaba de ganar... un pase para detención, y en primera fila— escondo mi cara entre los brazos y rezo porque sea un sueño. Va a ser un día muy largo.
La biblioteca es la típica sala grande e incómodamente silenciosa en la que nadie desea quedarse por la tarde. Bien, ahí fui a parar con mi " pase de detención". Dentro de la estancia avejentada la bibliotecaria desesperada hace lo que puede por calmar el ambiente en la sala. En ella un grupo de unos ocho niños lanza objetos de un lado a otro, no me atrevo a protestar. Una bola de papel me pasa por encima de la cabeza. Me coloco los cascos de música y me siento en la mesa larga.
Creo que el chico de las bolas de papel se da cuenta de mi presencia, cuando noto su mirada sobre mí.
—Hey muñeca— traza mi rostro con la mirada— ¿Cuál es tu teléfono?
—Un iPhone—
Oigo las risitas de sus amigos y decido rebuscar en mi mochila hasta encontrar el libro de biología.
Sin embargo, termino por cerrar los ojos ante tal aburrimiento mortal. Ahí, en un parpadeo, un milisegundo es cuando mis ojos dan con él, el chico al fondo de la mesa. Lee un libro " historia de dos ciudades" sonrío al reconocer la portada. Y le descubro mirándome con mi misma incredulidad. Me pierdo en sus ojos de un azul oscuro, tanto como el espacio, y tal como el me arrebatan la respiración.