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Megan 

El despertador sonó a la misma hora de siempre.

6:30

Eleve mis brazos por encima de mi cabeza, me estire lo más que pude antes de abrir mis ojos. Enderece mi torso quedando sentada aún, mis piernas estaban cubiertas por el edredón. Baje mis pies al suelo y camine a la ducha.
Al salir, envolvi mi cuerpo en una toalla. Mi cabello goteaba dejando un camino sobre el suelo hasta la alfombra.

De mis cajones tomé ropa interior, dentro del closet busqué ropa de abuelita, esa era la que utilizaban y así era como todos en la secundaria la llaman. Mi cabello rubio fue azotado por el aire caliente de la secadora, se sacudía por todos lados. Latigueaba mi rostro en varias ocasiones, al terminar lo cepille para poder atarlo en una coleta alta.  Tomé mis lentes de botella, me miré en el espejo y de nuevo rodaron varias lágrimas por mis mejillas.

De nuevo soñé con él.

Otra vez me decía que me quería, que ahora soy lo más importante de su vida pero de nuevo mi hermoso sueño se convierte en mi pesadilla diaria, me vuelve a humillar y a criticar.

Lmpie mis lágrimas, hice el quehacer de la habitación recámara. Cogi la mochila, el libro de álgebra y el mio:

'No Todo En La Vida En Un Cuento De Hadas'

Es un libro que deprime pero es la única forma de ver la realidad. Mí realidad. Mi vida jamás será un cuento de hadas, Logan jamás será mi príncipe azul.  

Baje a la cocina, mis padres seguían dormidos. Serví leche en un vas y corte fruta. Estudiaba mientras comía, así eran todas mis mañanas.

8:25

Torci la boca al notar que aún tenía tiempo, demasiado tiempo. Madruga a desde ya hace varios años. Me puse de pie, dejé la mochila sobre el sofá. Volví a mi habitación, se veía tan fresca y limpia que me sentí orgullosa.
Entre al baño, cepille mis dientes y acomode mi coleta. Sonreí frente al espejo pero al segundo la borre, mis compañeros tenía razón. Tengo la sonrisa más fea que alguien haya visto.
El hilo de hierro dividía mis dientes, sabía que era necesario usar los frenos pero también me agobia el que siempre me juzguen y pongan apodos. Tengo sentimientos al igual que ellos, supongo. Camine hasta la puerta del balcón. El aire movía las hojas de los árboles, el perro de mis vecinos estaba oculto en su casa. Se veía tranquilo, no tenía ni idea si estaba dormido o sólo admiraba el pasto ser sacudido. El cielo era gris aunque el sol luchaba por salir, las nubes no lo dejaban.
Camine a el cuarto de mis padres, ya casi era hora de que la secundaria abriera sus puertas. Tras un toque abrí la puerta, seguían dormidos.

—Papá —Lo moví— papá, ¿me llevarás a el colegio?

— Si —Su voz ronca indicó que aún tenía sueño—¿Qué hora es?

—8:41.

—Mamá, ¿irás a trabajar? —Frunci el ceño al verla ponerse de pie.

—Sí, cariño. Hoy saldré de viaje con tu padre a Las Bahamas por asuntos de trabajo —Dijo, urgaba entre sus cajones por algo de ropa.

— ¿Qué? ¿Me dejarán sola... nuevamente?

— Si Meg, lo siento —Se acercó a mí pero di pasos hacia atrás.

— Cómo sea —Genial, de nuevo sola en casa por quien sabe cuantos días. Espere a que papá bajará, ya quería irme.

— Listo cariño, vamonos —Dijo y tome mi mochila.  

Salí detrás de papá sin despedirme de mamá. Sabía que en parte no iban por trabajo, les encantaba estar de vacaciones. Conocer lugares nuevos. Les fascinaba la playa, ese era su lujo más preciado mientras el mío, el mío... yo no tenía lujo. Cuando cumplí 16 años me llevaron a Disneyland, como cuando cumplí 13. Teníamos dinero para ir a cualquier parte del mundo y yo quería ir a Italia pero no, Disney. Subí a la camioneta pero estaba vez en los asientos de atrás, quería evitar a papá. El camino fue silencioso, incómodo. Mi mirada no se despegó de la ventana en ningún momento, las ganas de bajar y correr hasta la secundaria incrementaba cada vez más. Al estar frente al colegio sentí un gran alivio, tomé la manija pero la voz de papá me detuvo.

—Meg

—¿Sí? -Gire la cabeza hacia él.

—Sabes que no nos gusta dejarte sola pero es por trabajo —La excusa de toda la vida.

—Lo sé, pero ¿por qué no me lo dijeron antes? ¿Por qué dejarlo para el último momento? —Pregunto frustrada.

—Nos avisaron ayer por la tarde y–

—¿No pudieron avisarme en cuanto les avisaron?, ¿así quieren que seamos una familia feliz? —Levante ambas cejas esperando una respuesta.

No hubo.

Suspiré, abrí la puerta. Tomé la mochila, baje y cerre la puerta sin azotar. La camioneta no tenía la culpa.

Mi vida no se acerca a un cuento de hadas. Entré a el colegió y fui directo a mi casillero, la primera clase era de música. Me gustaba la escuela pero ellos hacían que le perdiera el gusto poco a poco. Mis pasos fueron dirigiéndome hasta el aula, la primera en llegar como toda la semana. Mi lugar era en los de enfrente, me frustraba cuando no escuchaba por el ruido de ellos así que decidí sentarme en los primeros lugares para no perder ningún detalle. Tense el cuerpo al escuchar la campana, los pasos de los alumnos se escuchaban cada vez más cerca.

—Miren, ya llegó la nerd —Aquí vamos de nuevo gracias a Lucy, la chica más insoportable.

—¿Qué? ¿Ahora te volviste muda? —Dijo Kira, la sombra de Lucy.

— No, simplemente no me importa lo que me digas —Tomé mi valor para responder, no servía de nada pero no me moriría por intentarlo.

— Eres una estúpida —Kira arrugó sus cejos.

—No me importa —Claro que me importaba, me dolía. Como ya dije, soy humana y mi autoestima no es la más alta que digamos. Nadie hacia por silenciarlas, es más, prestaban atención a todo lo que decían. Sonrisas burlonas tiraban de sus labios.

— ¿Por qué no mejor te vas a un convento? Ahí encajarías perfecto —Los ojos de Lucy demostraban el desprecio que me tenía.

—Ya dejame en paz —Suspiré cerrando los ojos.

—Te dejaré en paz el día en que te mueras —Gruño Lucy. Intenté no mirarla y tener mi vista bien clavada en las páginas de el libro. No lo leía, sólo veía la misma ecuasion.

y+a=xb

—Buenos días clase —El profesor, mi Salvador.

—Buenos días —Respondieron todos, Lucy y Kira se fueron a sus lugares dejando que mi vista ya no estuviera en el libro sino sobre la pizarra y el profesor.

—Antes de empezar con la clase, les anuncio que el proyecto final será que ustedes presenten una cancion, ya sea en parejas o individual —dijo—- me pasaran una hoja con su nombre y con el nombre de su pareja, sí así lo quieren.

Los murmullos se escuchaban a mis espaldas, quizá consiguiendo pareja o eligiendo su canción. Tomé mi libreta, tomé una de sus hojas donde escribí mi nombre. La puerta dando contra la pared nos hizo levantar la mirada.

The Boy Of My Nightmares |L.H|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora