1. Toda su vida estuvo tan segura de estar bien...

439 35 163
                                    


Me veo, ¿sueño otra vez? Porque se siente así. Toda mi vida he estado tan segura de estar bien...

Sometimes, bo en.


_________

La luz se metía por las ventanas de la nueva casa, que aún pasados dos meses de la mudanza, todavía tenía un aroma a abandono. Y todas las mañanas, me acompañaba.

Pero en este nuevo día, el olor cálido de la vida misma inundó mi nariz y mi paladar, llevándome a la anhelante necesidad de recordar.

Y cerrando los ojos, lo hice.

_________

Ophelia no iba a permitir que la lluvia mojara su orgullo. Había esperado fuera del instituto de arte como cinco vidas y nadie se había asomado a verla. Era raro, porque estaba segura de que le habían dicho por teléfono que la estaban esperando en La poción del Águila.

Pero las nubes grises eran cada vez más y ella de verdad que odiaba el incesante repiqueteo del agua cuando llovía, así que tomó su dignidad y dirigió sus pasos a cualquier lugar con techo.

El primer cartel que vio estaba desgastado, pero parecía de un restaurante. Memento mori no parecía un mal sitio. Ophelia entró de inmediato cuando un trueno resonó por todo el barrio.

Realmente pintoresco—murmuró al ver de entrada un cuadro redondo que ilustraba la preciosa fotografía vintage de un pie. El ambiente se sentía pesado de una buena manera. Como si fuera una fiesta, pero sin muchas personas.

Ophelia resopló mirando al rededor, ¿donde se sentaba? Había una pareja de tórtolos de un lado del salón, un patético chico cantando Toxic en la mesa del centro, y del otro lado... el hombre más serio del mundo.

No quería molestar a los novios ni escuchar al muchacho, así que sin pena y sin pelos fue con semblante sonriente a la mesa de Sr. vejestorio.

—¿Qué hay, profesor?—la pelirroja se sentó justo en frente, y repiqueteó con sus dedos en su lado de la mesa. El hombre se bajó los anteojos oscuros y la miró con una ceja arqueada. Nunca en su vida le habían interrumpido el café de la tarde. Pero la joven parecía muy curiosa, especialmente por el contraste de las luces amarillas del lugar en su cabello cobrizo.

Le atrajo de inmediato. Pero parecía inmadura, por lo que esperó un poco, para ver si huía de él como todos los niños.

En cambio, Ophelia se inclinó más en la mesa, luciendo el pequeño escote que su camiseta gris le hacía. Ladeó la cabeza, evitando su evasión.

—Pregunté algo, maleducado—replicó y sonrió de la manera más cegadora que pudo. El diseño de sonrisa se lo había hecho recientemente y nunca desperdiciaba una oportunidad para presumirlo.

—Perdona, nena. ¿No te deben estar buscando tus padres?

Uy, eso le dolió. Ofendida, exageró el gesto de ponerse la mano en el pecho y abrió su boca en una O perfecta. Le sacó una sonrisa a Sr. vejestorio.

—Está todo bien, gracias—respondió a su pregunta inicial. Ophelia asintió satisfecha. Le había sacado la respuesta de la garganta como un pájaro salvaje. Pensó en hacer el gesto de pájaro salvaje pero lo pasó para otra ocasión. El viejo podría enojarse.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 01, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La corte del rey carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora