A cualquier precio
Katie Devonworth nunca había dejado de soñar con Jack Reilly. El rebelde
adolescente se había convertido en un millonario de Manhattan, un hombre de hielo
que salía con cuantas mujeres pudiera, pero sin entregar su corazón a ninguna... y
era la última esperanza de Kate para salvar su periódico.
De repente, bajo una tormenta de nieve, el hielo de Jack empezó a derretirse
y Kate vio sus sueños al alcance de la mano. Todo lo que tenía que hacer era aceptar
el dinero y la tórrida noche de pasión que siempre había anhelado. Pero, ¿merecería
la pena el sacrificio? ¿Podía entregarle su cuerpo y su alma a Jack a cualquier
precio?
El libro no es mio la autora es Margaret Allison
Capítulo Uno
Katie estaba sentada en la elegante sala de espera de Jack Reilly, dueño de aquel
moderno edificio acristalado en medio de Manhattan.
Como todo el mundo en Newport Falls, sabía que Jack había surgido de la nada
para convertirse en un importante hombre de negocios. Pero comprobarlo en persona
era distinto.
Había necesitado armarse de coraje para acudir a Reilly Investments. No dejaba
de recordarse que se trataba de Jack, su amigo de la infancia, no de Donald Trump.
No debía sentirse intimidada. Después de todo, había cuidado a Jack durante sus
catarros, cuando pasó la varicela y en muchas ocasiones después de las peleas con su
padre.
Pero no podía evitar los nervios, y una vocecita interior no dejaba de decirle que
se fuera corriendo de allí, que no debería haber ido.
Se preguntó si reconocería al hombre descrito en la prensa como un
multimillonario muy seguro de sí mismo. En apariencia, Jack siempre había sido un poco
gallito, pero ella sabía que en el fondo no era así. Sabía que tras aquella aparente
seguridad se hallaba el chico inseguro de siempre. Jack siempre había sido
dolorosamente consciente de sus orígenes y de quién era. Su chulería sólo era una
forma de cubrir la inseguridad que le producía ser el chico más pobre de la escuela.
Se pasó una mano por el pelo, convencida de que debía tener un aspecto horrible.
Era sólo mediodía, pero el día había empezado para ella ocho horas antes. Se había
ocupado de algunos asuntos en el periódico antes de tomar prestado el coche de
Marcella para conducir a la ciudad. No le había quedado más remedio que hacerlo, pues
el suyo estaba estropeado y no tenía dinero para arreglarlo. Desde su divorcio, andaba
muy justa de dinero. El periódico, que había sido un negocio familiar durante
generaciones, no hacía más que perder dinero, y hacía meses que no le había quedado
más remedio que dejar de pagarse el salario.