¿Demasiado tarde?

1.3K 111 80
                                    

— Lo siento. Es demasiado tarde.

Aquellas palabras resonaron en mi mente y bajaron poco a poco hasta llegar a un pequeño rincón de mi corazón para empezar a resquebrajarlo en mil pedazos.

Miré a Pucca. Sus ojos reflejaban un profundo dolor, pero también había pena.

Ella sentía pena por mí.

Por mí que todo este tiempo no hice más que ignorarla. Por mí que durante tanto tiempo la relegué a un segundo lugar, dando por un hecho que ella siempre estaría conmigo, que siempre me amaría sin importar lo que pasara.

¿En qué momento las cosas cambiaron? ¿Cuándo fue que la perdí?

Aunque pensándolo bien, ella nunca fue mía. Y no porque no estuviera dispuesta a entregarse a mí por completo. No. Dios sabe que ella hubiera estado mil lunas conmigo si tan sólo yo se lo hubiese permitido. Pero no lo hice. Siempre había algo antes que ella, antes que su amor, y ahora que me miraba de esa forma era cuando lo entendía.

La abracé con fuerza no queriendo soltarla nunca, aunque sabía que tenía que dejarla ir. Pucca merecía ser feliz, sin embargo, saber que su felicidad no era conmigo rompía mi corazón en miles de pedazos. Porque ahora que la perdía era que me daba cuenta que yo en verdad la amaba.

La había amado desde siempre. Desde la primera vez que ella me robó un beso, desde que se enfrentó a una vaca por mí.

Mientras la miraba abrazar a su familia después de todo lo que había pasado, ese tonto recuerdo me robaba una sonrisa.

Pucca abrazó a nuestros amigos.

— Sólo dale algo de tiempo. —escuché a alguien decir.

¿Tiempo? Había tenido tiempo de sobra. Tiempo para hablar con ella. Tiempo para demostrarle mi afecto. Tiempo para decirle que la amaba. Sin embargo ¿qué hice? Pisoteé su amor una y otra vez. La alejaba de mí cada vez que podía. Huía de ella cuando quería darme un beso. Me había comportado como un idiota y todo por una estúpida promesa que ahora no tenía sentido cuando la perdía a ella.

Me di la vuelta en silencio y me alejé de aquella escena.

Caminé sin rumbo durante algún tiempo, no supe cuánto, hasta que llegué sin quererlo a la casa de Tobe.

Entonces la miré pasar. Se notaba nerviosa y apretaba algo entre sus manos. La vi subir al techo, donde estaba él sentado, contemplando la luna. Ella extendió su mano y le colocó algo en la muñeca, luego lo abrazó.

La pequeña grieta en mi corazón comenzó a hacerse más grande.

Me giré en silencio, no queriendo que supieran que estaba ahí, cuando estuve distante empecé a correr.

Llegué al borde de un acantilado y miré hacia abajo.  El oscuro vacío me daba la bienvenida y salté hacia él queriendo que todo mi dolor se terminara. Cerré los ojos y en mi mente se cruzaron todos los recuerdos. Después de unos instantes no sentí más dolor.

.
.
.
— Lo siento Tobe, amo a Garu.

¿Demasiado tarde?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora