Taehyung colocó el vaso, ahora limpio, y apagó la luz de la cocina. Ya era hora de acostarse, así que caminó con cuidado hasta su habitación intentando no despertar a nadie. No obstante, cuando llegó a su cama se encontró con un adorable inquilino roba camas. Sonrió con ternura.
Él tenía la manía de acostarse en la primera que pillara libre y hoy le había tocado a él, como ayer, el otro día, el otro, el pasado... Ahora que lo pensaba, siempre ocupaba su cama.
Se agachó a la altura del chico y lo cogió en brazos. Un tierno quejido salió de sus labios y se apegó más al cálido pecho que lo cargaba. El mayor se dirigió a la de él y lo acostó con cuidado:
- Buenas noches, Jungkookie –le susurró aunque sabía que no le oiría.
Se dirigió a su cama de nuevo y por fin pudo descansar el cuerpo. Tiró las mantas encima de él y se envolvió. Hacía mucho frío y se arrepentía de haberse levantado a por agua.
Cerró los ojos dispuesto a dormir, pero a los pocos segundos sintió como alguien lo destapaba y un nuevo cuerpo se juntaba al suyo, dándole el calor que le faltaba:
- Hyung –murmuró-. No me eches de tu cama –se abrazó a él, acurrucándose-. Es mi favorita, sobre todo cuando estás tú acostado en ella.
Los labios de Taehyung se curvaron en una pequeña sonrisa. Rodeó la cintura del más joven y lo acercó más a él:
- Buenas noches, cariño –besó su frente.
- Te quiero, hyung –susurró contra el cuello contrario, adormilado.
- Yo también, Kookie –sonrió en la oscuridad.
Había resuelto el misterio del pequeño conejito usurpa camas.