1.
La noche se derramaba como un manto de fuego sobre la ciudad. El aire era tan denso que apenas se podía respirar. Era como si el infierno entero se hubiese volcado feroz sobre todas las cosas del mundo.
Pero los vampiros nunca han sentido ni el calor ni el frío y Nilo era uno de ellos. Él caminaba tranquilo entre la multitud confusa y cansada. Todos parecían huir de algo: del calor, del aburrimiento, de sus propias vidas... Nadie podía sospechar que el enemigo estaba peligrosamente cerca.
Esa noche sería fácil cazar, así que se lo tomó con clama. Tenía experiencia. Noche tras noche, siempre llevaba a cabo su ritual de caza. Silencioso, eficaz, casi delicado. Perfecto. Empezaba a estar harto. Llevaba demasiado tiempo perdido en aquellas calles que eran su propio laberinto interior. Calles húmedas y oscuras que no llevaban a ningún sitio. Lo que le retuvo hace tiempo ya no existía.
- Ella me lo dio todo y yo no pude darle lo que me pedía. Pensó Nilo distraído. Suspiró y por un momento se sintió herido en lo más profundo de su pecho muerto. Pero pronto pasó el dolor y fue sustituido por el frío interior.
Perdido en sus meditaciones Nilo, se adentró en la caldeada ciudad para descubrir entre la multitud a un joven interesante que le llamó la atención. Caminaba con pasos largos, relajados. Los ojos le brillaban pesadamente, tal vez con el resplandor plomizo de alguna droga suave. El joven transpiraba tristeza y determinación como los suicidas. Pero había algo más. Nilo sintió vibrar una sutil alarma dentro de él: era como si algo oscuro y eléctrico que le uniera a él. El vampiro se acercó más hasta sentir su respiración pausada. Y entonces algo extraño le ocurrió. La posible presa se giró y le miró directamente a los ojos.
- Sé quién eres- La voz no provenía de ninguna parte en concreto, los labios del joven en una sonrisa apretada. - No me das miedo. Sé quién eres, Nilo. Te he estado buscando-
El vampiro se quedó de piedra. Por un momento no supo que hacer. Nunca le había pasado nada parecido. Nilo miró con odio al personaje que le encaraba de aquella manera. ¿Quién era ese joven impertinente?
-¿Sabes que puedo acabar contigo aquí y ahora?- susurró Nilo sin apenas mover los apretados labios.
- ¿Puedes? - No asomaba el miedo a aquellos ojos impasibles, casi burlones.- Pero no vas a hacer eso- La seguridad en la voz del joven dejó perplejo al vampiro. Nilo se sintió incapaz de matarlo, como si estuviera protegido por una fuerza descomunal y oscura.
- ¿Quién eres?- preguntó el vampiro.
- Eso no importa ahora. Sé dónde está el único ser que has amado.
- Yo nunca he...- El corazón le dio un vuelco.-" No puede ser cierto, ese engendro no puede saber que..."-. Pero ahí estaba, mirándole sin mover un sólo músculo, sin pronunciar una sola palabra.
- ¿QUÉ ERES???- Dímelo ahora mismo o acabaré contigo- gritó Nilo mostrando los afilados dientes. Nilo saltó sobre su cuello y lo lanzó contra una pared para asombro de algunos transeúntes. Nilo arrastró rápidamente al joven fuera de la vista de todos. En menos de un segundo estaban perdidos en un sucio callejón. Nadie los siguió. Nadie movió un sólo músculo por ir detrás de aquel loco furioso.
-Ahora estamos solos tú y yo. Dime quién eres. Te destrozaré. No dejaré ni tus huesos.-
El joven sonrió con frialdad y le dijo en tono pausado: - Suéltame de una vez...Y cálmate, sólo he venido para… ayudarte-
- No me fío de los extraños… No pienso soltarte hasta que no esté seguro de lo que vienes a hacer.
- No debes temerme, yo no tengo que más un poder y ya has comprobado cual es, ¿no? Ahora sí me dejas te contaré el resto de la historia.
Nilo contempló con desconfianza al joven. No conseguía identificar el peligro concreto que suponía su presencia. Nilo se fijó mejor en la pálida cara de hermosos ojos negros. La expresión del rostro era de amarga y antigua sabiduría. El extraño joven se sentó con las piernas cruzadas y haciendo un gesto, invitó al vampiro a hacer lo mismo. Nilo accedió pero sin dejar de estar alerta.
- Mi nombre es Joel. Desde el día en que vine a este mundo tengo el poder de a ponerme en contacto con criaturas de este y del otro mundo. Soy, cómo lo diría… una especie de enlace, un puente entre mentes que necesitan comunicarse-
El delgado hombre miró más intensamente a Nilo y éste sintió que una fuerza increíble emanaba de él.- Te he estado buscando. Tengo un mensaje que transmitirte de ella.-
-¿Ella? Pero tú no…- susurró Nilo. Antes de que el vampiro pudiera hacer nada, Joel se elevó en la misma postura en la que había estado sentado y extendiendo sus manos tocó la frente del alucinado vampiro. Las manos de Joel se metieron en la cabeza de Nilo. Joel estaba utilizando sus poderes y el vampiro se deslizó hacia dentro como en un sueño. Los sueños de un vampiro son diferentes a los de un ser humano. Son más tangibles y peligroso, detallados hasta lo microscópico y son reales. Nilo caminaba perdido en el laberinto de su cabeza, dónde bailaban miles de imágenes y el rostro de ella cobró forma. Claudia. Su añorada Claudia. Primero se perfilaron los grises ojos de mirar profundo, luego los labios que tanto había besado, la línea de la barbilla, el cabello rojo sangre, el cuello suave, los pechos pequeños y dulces. Su olor, su perfume lleno de una ternura que emocionaba, una dulzura que traspasaba su alma inmortal y llegaba a su seco corazón de muerto. Nilo se despertó sobresaltado. Lágrimas rojas sobre sus marmóreas mejillas. La furia inundó de nuevo el interior del vampiro. Saltó hacia adelante dispuesto a matar a aquel intruso ladrón indigno de su tristeza. Maldito Joel que había arañado la capa de sus recuerdos. Pero el hombre extraño ya no estaba.
Por un instante sintió que todo había sido un espejismo, una ensoñación fabulosa. Pero de repente se sobresaltó al oír de nuevo la voz del joven:
- Volveré cuando estés preparado.
¿Preparado para qué? ¿Para hablar del pasado, de su cobardía, de su error?
La noche, con todo su calor, golpeó a Nilo en el pecho como si él todavía fuera mortal. Se tambaleó enfermo de dolor por las calles chocando con todo el mundo, dando empujones entre furioso y asustado, mientras las lágrimas rojas, tan escasas en los ojos de un vampiro, brotaban como de una fuente.
(...)
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El ángel de alas negras
Short StoryEl vampiro sale a cazar como de costumbre pero esta vez será diferente porque el que iba a ser su víctima acaba siendo su perdición.