Cuenta la leyenda que suele escucharse en las noches sin luna rebuznos desgarradores de una mula y ruido de cadenas. Los que la vieron dicen que tiene los ojos brillantes y rojos como sangre y que de su boca echa fuego.
Muchos hombres con coraje, armados de rosarios y puñales de plata con el cabo en forma de cruz intentaron matarla. Algunos nunca más regresaron, otros regresaron heridos y locos.
Las pocas veces que lograron herir a este maldito animal, casualmente alguna persona de la que se sospechaba mantenía relaciones incestuosas, apareciá con lastimaduras en el mismo lugar y de la misma forma que las que se habían producido a la extraña mula.
Este mito popular santiagueño se repite con variantes en todo el territorio. Su significado es justamente demostrar que las personas que tienen relaciones sexuales con parientes consanguíneos, se transforman en bestias que atacan a la sociedad y a la vez son atacados por ella, sufriendo la verguenza y el dolor de faltar a principios éticos y morales.