El sol era demasiado abrumador justo a esa hora, podía sentirse claramente la calentura abrazando cada parte de su piel como si de un grueso abrigo se tratase, y a pesar del cierto aire que corría por el ambiente, de igual manera le resultaba incómodo y en total sofocante. Ante sus ojos el camino se ondeaba de manera extraña, de esa forma que te hacia sentir que tal vez estabas a punto de derretirte, él pensaba que quizás estaba empezando a alucinar. "Joder..."
—¿Alguien me dice de quién fue la brillante idea de venir de excursión?
Leo se secó el sudor que tenía en la frente, entrecerrando su ojo izquierdo con cuidado; soltó un bufido cuando notó la humedad en su mano y la poca ayuda que ésta le daba. "Qué asco...", pensó.
—¿Tú de quién crees?
Tauro rápidamente llevó su mirada llena de cansancio hacia la figura de Sagitario, quien caminaba animadamente a la cabeza de todo el grupo, explicándole algo seguramente sin sentido a Cáncer.
—Que Apolo te maldiga, Sagitario. —Masculló Leo, acomodando la mochila de color negro que llevaba en su espalda. Tauro arqueó una ceja ante lo extraño que le pareció el nombramiento del dios griego.
—No es tan malo, venga. —Aries apareció tras ellos, juntándose para caminar a la par, Leo lo siguió con la mirada.— Es bueno salir a caminar de vez en cuando, recuerden que Capricornio nos tiene prisioneros.
—Tienes un punto. —Tauro asintió, con sus facciones tornandose serias, aunque obviamente solo estaba actuando. —¿Tú crees que lo que hace es legal?
—Por supuesto que no, pero él se cree Dios, ¿qué podemos hacer?
—Sigues hablando y te boto por el primer pozo que encuentre. —Capricornio pasó por el lado del signo de fuego y siguió su camino después de dejar su amenaza en el aire. Aries lo imitó en voz baja cambiando las vocales por solo "ies", burlándose.
—Aunque no lo crean, él también está maldiciendo a Sagitario en su cabeza. —Virgo, quien se secaba con elegancia el sudor de su sien con ayuda de un pañuelo color blanco, se unió a la conversación; llevaba en una de sus manos una botella de agua. Leo alargó su zurda pidiéndole un poco.
—Claro que lo está maldiciendo, con lo viejo que está seguro se muere en cualquier momento.
Virgo rió ante el comentario de Tauro y se encogió de hombros.
—Y mejor que no muera que luego pagamos el funeral de nuestro bolsillo. —Aries suspiró, montando un pequeño drama.
—Que los estoy escuchando. —Capricornio giró levemente la cabeza para mirar de soslayo a sus compañeros de itinerario, los cuales se hicieron los desentendidos desviando a mirada.
En la parte final del grupo Escorpio caminaba con parsimonia, dedicándose a observar con detenimiento el vasto bosque a su alrededor, lleno de árboles y sonidos de diferentes animales que en su mayoría se podían identificar; el signo de agua se sentía relajado ante tal paz reinante en el lugar, aunque fastidiado por el sol, había estado deseando visitar un ambiente parecido desde hace mucho tiempo, pero nunca se le había presentado la oportunidad hasta ese momento. Géminis, a su lado, curioseaba de igual manera el ambiente, moviendo sus orbes con rapidez y tarareando una melodía sin ritmo en su cabeza. Caminaba por completo resuelto, acompañando sus pasos de sutiles saltos inconscientes; el más alto se preguntaba si acaso el signo de aire no se sentía cansado después de haber estado caminando por dos horas. Géminis era un enigma andante.
Escorpio dejó de contemplar la vegetación cuando cierto pensamiento se apoderó de su mente, y es que como se había percatado antes, yacía un silencio delicioso desde hace ya una hora, sintiéndose extraño. La razón: porque precisamente Géminis era quien lo acompañaba, aquel terremoto hablador que se llamaba Géminis. Su boca decidió sellarse, ¿por qué debía arruinar el momento? No, no, mejor sería dejar las cosas como estaban.
