Prólogo

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Prólogo

—¡Agárrenla! —chilló alguien a sus espaldas.

Era la voz de una chica.

Leo se puso de pie y se asomó entre los arbustos. ¿Quién demonios se atrevía a perturbar su sueño? No estaba de ánimos para soportar a nadie, ni siquiera a una chica.

—¡Sujétenla bien! —terció otra.

—¡Agárrala! —gritó otra.

El muchacho achicó los ojos. Todo estaba tan oscuro. ¿Qué rayos estaban haciendo? No podían irse a jugar a otro lado.

Con suspiro, se dio la vuelta y buscó los auriculares en sus bolsillos. Aquello no era asunto suyo.

—¡Suéltenme! —exclamó otra. Leo se quitó los audífonos.

La voz al otro lado sonaba familiar, casi reconocible. El muchacho se digirió a los arbustos y avanzó hacia el pequeño grupo de chicas.

—¡Suéltenme! —volvió a decir, pero con más fuerza.

El muchacho se detuvo en seco. Esa voz...

—Vamos, sólo es un juego —La chica más alta que parecía mandar sobre las otras chicas soltó una risita.

Leo apretó la mandíbula.

—¡Vaya, que tonta! —dijo, y alzó el brazo.

Leo dio un paso adelante y la sujetó de la muñeca.

—¡Ay! —se quejó—. ¿Quién diablos eres tú?

—No la molestes —le dijo.

La chica se encogió de hombros.

—Sólo estábamos jugando —Sonrió.

El muchacho se volvió hacia la joven y le preguntó:

—¿Estás bien?

Ella asintió con la cabeza, pero no lo miró.

—Vámonos, chicas. Nos han arruinado la fiesta —La chica se dirigió a sus amigas y se marcharon.

—¿Estás bien? —volvió a preguntar.

—Sí —dijo, y ambos se miraron. 

No podía estar más seguro. Era ella. 

Su primer amor. 


El Primer Amor #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora