Estábamos en el aeropuerto de Londres, saque mi teléfono para poner música al fin, cuando algo o mejor dicho alguien me golpeo.
-fíjate- me dijo. Me quede boquiabierta, era un dios griego, alto, ojos verdes y pelo negro, pero su carácter lo arruinaba.
Obviamente no me iba a quedar callada y le respondí.
-fíjate tú por donde vas, imbécil.
Apuesto que se sorprendió porque se quedo pasmado.
Seguí con mi camino a donde era el avión pues ya era hora de abordar.
Busque mi lugar de asiento y espere a mi acompañante.
-hola- oh no, era esa misma voz irritante.