(--/02/11)

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Todos los días el transporte de la universidad se tardaba diez minutos más de lo que debería. Todos los días, cuando Chanyeol llegaba a la parada, él ya estaba ahí.

Ese día no pareció distinto. El cielo daba la impresión de ser un lienzo mezclado entre colores pasteles, apenas aclarándose en el amanecer. El frío se colaba por su nariz mientras caminaba y Kyungsoo, quien ya estaba sentado en la banca, levantó su celular con las manos para tomar una foto del paisaje. No era la primera vez que Chanyeol lo veía hacer eso. De hecho, se podía decir que Chanyeol ya conocía casi todas las mil y un cosas que solía hacer Kyungsoo, porque era detallista y se daba cuenta, de que el muchacho era rutinario. Adaptaba las cosas a su manera.

Se sentó a su lado, sonriéndole. Kyungsoo le respondió de la misma forma, pero por menos tiempo. Pensó en decirle que se veía lindo esa mañana, que podrían pasar juntos la hora del almuerzo, que lo había irritado cuando la última vez le respondió «okay» después de que él mandara un testamento por el teléfono, pero el más bajo se levantó y le hizo darse cuenta de que había llegado el autobús. Como era de esperarse, al subir, Chanyeol saludó a sus amigos, tan animado que nadie habría creído que hace una hora estuvo dormido. Con la vista, sin embargo, seguía a Kyungsoo, y este fue consciente de ello cuando notó que también lo seguían aquellos grandes pies.

Se sentaron juntos, sin hablarse hasta que el que estaba al lado de la ventana soltó un buenos días, cual Chanyeol no tardó en responderle contento. Todos los días eran así.

¿Cuándo lo iría a admitir? Chanyeol sabía que Kyungsoo estaba enamorado de él y por supuesto que le correspondía con la intensidad de millones de soles.

No sabía concretamente a qué se debía su silencio.

Quizás sería por el imbécil del novio que tuvo hace un año, ese hombre que era mayor que el muchacho, ese que masticó su joven corazón hasta convertirlo en un chicle gastado. Y por si no había sido lo suficientemente descarado, fue y se atrevió a pegarlo en el bonito, negro y lacio cabello del menor. Lo recordaba, desde entonces Kyungsoo solo usaba peinado corto y de todas formas, según Chanyeol, no le quedaba nada mal.

Tal vez pasaba que Kyungsoo no le creía, era una posibilidad. Él nunca tuvo una pareja antes y era algo torpe en el romance, así que cuando se le confesó, el contrario solo le miró con curiosidad y le respondió «muy bien por ti, campeón».

Sí, era un maldito enano. Mas él pudo percatarse muy bien del rubor repentino en sus mejillas aquella vez.

O podría ser, que Kyungsoo lo estuviera poniendo a prueba. Que no quisiera ser lastimado como antes, y estuviera confirmando que Chanyeol no estaba cortejándolo por un arranque inoportuno. Sí, debía ser eso, puesto Kyungsoo era desconfiado, él ya le conocía y notaba cómo los pequeños dedos, poco a poco se acercaban a su mano, ahí, cuando ambos se sentaban juntos.

Así como pasaba justo en ese momento.

Ellos pasaban juntos el camino hasta la universidad y como estaban en distintas facultades no se veían hasta que regresaba el autobús de la una. Sus horarios de clases concordaban y vivían cerca, razón principal por la cual habían empezado a interactuar.

De alguna u otra manera Kyungsoo siempre llegaba primero, no obstante siempre le esperaba, con paciencia y en silencio, viendo a la gente pasar frente a los cristales de sus lentes cuadrados. Le esperaba aun si se atrasaba tanto que el autobús seguía de largo y entonces, Chanyeol sabía, viendo la cara seria del otro al llegar corriendo, que tenía que pagarle el pasaje de vuelta. Este fue un día de esos.

A veces el estudiante de música hablaba demasiado, por lo que el de letras, agitaba su mano para que relajara la labia. El autobús que tomaron iba a paso lento, llevaba a mucha gente y por eso la cara de disgusto que tenía Kyungsoo se notaba a leguas, siendo apretado como sardina en lata. Lo único gracioso era que a Chanyeol lo apretaban aun más e iba poniendo caras feas, nada más para intentar causarle una risa.

No entendía qué era lo que Chanyeol había visto en él si carecía en absoluto de carisma. Se dedicaba a suponer que le resultaba interesante, que se entretenía porque a pesar de todo, tenían varios gustos en común, como la música, la cocina y esas películas viejas que a ambos les gustaba ver de vez en cuando.

También podía deducir que era por costumbre, ya que él mismo llegó a pensar que por eso no se habían apartado. Tenía sentido que Chanyeol se hubiera acostumbrado a sus malos humores, a sus cortas respuestas en los chats, a mandarse audios sin sentido cuando estaban aburridos, a las clases de piano aunque seguía dándosele fatal ser su aprendiz.

Pero bueno, él prefería pensar aun con las dudas agitando su cabeza, que Chanyeol le quería. Que todo lo que le decía era verdad, y que en serio se había enamorado de él con todos sus muchos contra y pocos pro. Porque él sí lo sentía, Kyungsoo tenía un corazón reconstruido, al cual le daba hasta por bailar cuando todas las mañanas de lunes a viernes, el gigante de grandes orejas le saludaba con una sonrisa.

Al bajarse del bus, después de que Chanyeol pagara ambos puestos por llegar tarde, cada uno buscó para su casa luego de decir hasta luego. Y ninguno supo qué fue lo que cambió para que ese día fuera diferente, pero a los cincos segundos de despedirse, con el ambiente cálido del mediodía y algunos autos pasando rápido en frente a la parada, Kyungsoo volvió y llamó a su vecino en voz alta. Este, sorprendido, volteó, observando cómo el más pequeño se dirigía hacia él.

Le hizo un gesto para que bajara un tanto, como si fuera a contarle algo en extremo secreto y él, ingenuo, obedeció. Agachó su cuerpo, acercando su cara a la ajena para sentir una presión directa en sus labios, para recibir un beso. Y menos mal fue duradero, porque si hubiera sido rápido, habría terminado pensando que fue una alucinación suya, la mejor de todas. Cerró los ojos, sintiendo que el tiempo se detenía y regresaba a toda prisa cuando los abrió, encontrándose con la mirada en la que amaba perderse.

«Yo también te quiero, Soo.» le aseguró, a lo que el otro sonrió para distanciarse, apretando los listones de su mochila, sin soltar una palabra.

Le vio irse mas no le detuvo. Estaba tan embobado, tan perdido, que sus piernas no reaccionaron a tiempo y pensándolo bien, incluso con la capacidad, no habría ido detrás de Kyungsoo.

Sabía que este se iba haciéndose el genial cuando por dentro moría de vergüenza, sabía que para conquistarlo por completo y hacer que dijera las palabras que tanto esperaba, faltaba solo mañana.

Sabía que después de mañana Kyungsoo no lo esperaría, sino que iría a buscarlo.

*****




Nota:

Aaaah, feliz cumpleaños para MitsuiN3ko im crying. Este no es el primer fanfic que te dedico pero va con mucho cariño, espero te guste ;; Sé feliz y come mucho.

Poco a poco ‹ chansooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora