Maldito señor de la guadaña, injusto siempre tú.
Quien sin piedad decide, quien se queda y quien se va.
¡¡Ya sé!!!
Me dirás que a todos antes o después nos despacharás.
¡Pero tú!
No aciertas a elegir con justicia tu próxima víctima.
Quisiera arrancar de tus zarpas, ese poder que alguien tan injusto como tú algún día te entregó.
Quisiera con todas mis fuerzas partirte en dos y quitarte el alma.
Decides la siega con la cosecha inmadura....Aún en flor, en la flor de la vida.
¡A tí!! ...
Maldito señor de la guadaña!!!
A tí....
¡¡Yo te maldigo!!
Sólo me queda la certeza, me arrebatáste el cuerpo...
Pero nunca el alma.
Y quiero que sepas que desde donde estoy sigo todos tus pasos...
Ahora eres tú el que debe andarse con cuidado...
Porqué yo desde aquí soy el ángel de la guarda de los que dejé abajo.