...Oh Haruka, lo que quieras, lo obtendras...

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Nunca estuvo en mi ser lo que mis padres dictaron, nunca pensé terminar creyendo en un ser superior que tiene a muchos en su creencia, nunca pensé en hacer caso a un simple libro con reglas y mandamientos que te dicen hacer esto pero que tampoco hagas aquello, nunca estuvo en mí atarme en un futuro que ni siquiera deseaba, nunca lo pensé, fui manejado por otras personas, como fui manejado por ti, como termine así por tu maldita culpa, como fui acusado de algo que me incitaste a hacer por mero deseo, por ti, Haruka.

Y ahora heme aquí, en una misión que me llevaría a mi verdadero final, a donde encontraría a la muerte, una pequeña aldea insignificativo, obligado junto a otros compañeros quienes me trajeron a rastras, nada mal para recibirnos con una gran emoción donde todos por un momento nos rodearon, viéndonos como su salvación, de tantos mis años de estar junto a la religión, no entendía porque la gente hacia tal acto, paso a una celebración, entre cantos, música y un gran banquete, ahí te vi, sí, mi gran perdición, mi gran pecado, tu, Haruka.

Tu cabello negro, tus ojos azules, tu profunda y tranquila seriedad, tus pequeñas sonrisas, tu cuerpo tan refinado moviéndose al son de la música, me llevó a una gran perdición, tu mirada reclamaba robar toda mi atención, suplicaba deseo, lujuria, tragándose mi alma y mi corazón, tu Haruka, eras un maldito demonio y no me importaba caer en tus tentaciones.

Pero todo demonio no está libre, obligado te vi frente a mí, siendo entregada a tu merced a una muchachita de tu edad, quien en claro cayó directamente a tus pies, a tus enredos y encantos, no te agradaba eso, realmente te fastidiaba, y eso no le causaba tanta felicidad a tus padres, lo presentía, presentía tus emociones, y eso significaba algo, sin estar en mis cinco sentidos, lo habías logrado, obtuviste mi alma maldito demonio.

No era problema alguno, no hasta tus incitaciones, era claro que mi cuerpo y mi alma terminaron en tus manos, podías hacer lo que se te antojara con ella, y eso se comprobó aquella noche.

Unas pequeñas caricias se presentaron en mi rostro, obligándome a abrir los ojos, era una rosa roja, y esa rosa era manejada por ti, ¿Acaso era tu arma de tortura? ¿O acaso esa rosa me representaba a mí, al merced tuyo, manejado completamente por ti? ¡Maldito seas, Haruka!

Los días pasaron y pasaron, comenzaste a acercarte a mí con la maldita excusa de estar como tu consejero para un matrimonio perfecto bendecido por el ser en que ambos creíamos tener fe, era una muy buena excusa para que siguieras alimentándote de mi alma, lo sabía.

Nos alejábamos completamente de todos, éramos tú y yo sobre la faz de la tierra únicamente, me estabas arrastrando, sí, me estabas arrastrando contigo al maldito infierno, convirtiéndome en otra maldita alma obtenida por el pecado.

-"Siendo Hombres no tiene nada de malo, si fuera una mujer, seria mal visto ante todos"

-"No hay nada de malo, adelante, nadie sospechara Yamazaki"

Esas malditas voces en mi cabeza, Dios, rogaba que mis compañeros rezaran por mí, que me libraran de esto, pero era imposible, era imposible negar a caer en un pecado tan hermoso como tú, mi Haruka.

Por una parte mi cerebro dice: "Despierta ya" "Simplemente es un maldito demonio" "A nada bueno llevara esto" "Es como una maldita puta, solo te toma en el momento que más le conviene, y te da una patada cuando obtuvo lo último de ti" pero por otra parte esta mi corazón, quien no se niega a dejar ir esos hermosos ojos azules que cautivan y llevan a lo más siniestro que pueda existir.

Era libre de ti hasta esa tarde, en esa maldita tarde en que en un momento todo dejo de existir, tan solo tú, yo, unos cuantos pasos que dieron por finalizar la primera fase de mi captura, esa tarde pude probar tus labios, tus hermosos labios que obtuvieron lo que restaba de mi alma, y que empezaron a consumir mi cuerpo, con lo que finalmente seria tuyo.

Rosa Roja, Oh Rosa Roja (SouHaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora