Prólogo.

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-Antes de leer-

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-Antes de leer-

Tiergeld: Moneda de los Hayban.
Tanrie: Dios de los Hayban.

—Un Tiergeld por tus pensamientos.

Dejé de mirar el cielo y dirigí mi vista a Brais, el cual se había sentado a mi lado sonriente. Retorcí mis manos y suspiré, ni yo mismo sabía en qué estaba pensando exactamente, simplemente los pensamientos fluían por mi mente como peces en un río.

—No pensaba. Simplemente observaba el cielo —murmuré.

El rió levemente y, al igual que yo, se puso a mirar la reluciente luna acompañada de un manto de estrellas.

—Te conozco como si yo te hubiera parido. Sé qué cara pones cuando estás pensando —me mordí la mejilla y le miré por el rabillo del ojo—. Es más, me atrevería incluso a decir que sé en qué estás pensando.

—Siéndote sincero, ni yo mismo sé en qué estaba pensando —me estiré y me recosté en la hierba.

Brais imitó mi gesto y nos quedamos un par de minutos en silencio.

—Estabas pensando en cómo sería el mundo si los seres humanos poblaran la tierra nuevamente —susurró suavemente.

—No estaba pensando en eso. Bueno, puede que sí. O puede que no —Brais me miró divertido y yo bufé—. No lo sé.

Oí una leve risa a mi lado, después, volvió a reinar el silencio durante varios minutos.

—Debe de ser duro ser el único en tu especie —miré a Brais, pero él no me miró a mí—. A veces pienso que eres un enviado de Tanrie. Pienso que, por alguna razón, naciste humano en vez de Hayban.

El desvió su vista hacia mí y lo miré profundamente por unos instantes, luego cerré los ojos.

—A mí también me gustaría creer que estoy aquí por algo.

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