Narra Matt:
Al día siguiente, cuando desperté miré el reloj y vi que eran las 9:00 am. Se me había hecho tarde para ir a la escuela y mi mamá no me había hablado para despertarme. Seguro creyó que pasé una mala noche y por eso me dejó dormir.-Gracias mamá- pensé.
Me levanté, fui al baño, me lavé la cara y me miré a mi mismo en el espejo. -¿Qué es lo que eres? -Le dije a ese otro yo delante de mi. Ojalá pudiera saberlo. Porque ese sentimiento de no saber que pasa con tu cabeza, de no saber que sucede dentro, que es lo que quieres o eres, es un sentimiento que te persigue y te atormenta a donde quiera que vayas. No lo puedes ahuyentar, ni destruir. Simplemente esta ahí. Y a como yo lo veo, no se ira hasta que lo sepa. Hasta que lo aclare. Hasta el día que este seguro qué es lo que soy.
Salí del baño y vi que mi mamá ya se había despertado, empezó a hacer el desayuno.
Se me ocurrió preguntarle porqué no me había despertado para ir a la escuela, pero de inmediato descarté la idea. No quería hablar de mi pesadilla y tampoco quería discutir con ella.
-Buenos días mamá- la saludé con la mejor sonrisa que logré formular en mi rostro.
-¡Hey! Buenos días. ¿Ya estas mejor? -Me respondió con una mirada mezcla de preocupación y felicidad.
-Si, creo que si. No te preocupes, estoy bien. -Le dije con la mejor actitud que pude, pues no quería que empezará a preocupar. La mayoría de las veces que se preocupa por mi al final resulta en algo fatal. Se pone muy ansiosa y alterada, inclusive hay veces que se pone a llorar, y me duele mucho verla cuando está así.
Me senté a la mesa disponiéndome a comer mi desayuno. Mi mamá me había preparado un waffle con tocino y huevo tal como me gusta. Ella si que sabe consentirte y más cuando está consciente de que estas pasando por algún mal momento.
-¡Está delicioso mamá! Gracias de verdad-. Le dije con un pequeño bocado aun masticando.
-No hay de que hijo. Sabes que te quiero mucho-. Me dijo con una gran sonrisa dibujada en su radiante rostro. Para mí, mi mamá era como mi ángel guardián aunque hubiera veces donde me enojara tanto con ella que llegara a odiarla. En el fondo yo la amo aunque a veces no lo demuestre, y siempre lo haré, no importa que.Después de que termine de desayunar, me levanté de la mesa y me dirigí hacia el fregadero.
-Estuvo muy bueno mamá. Gracias de verdad. -Le dije con voz con un tono para que viera que le estaba expresando mi agradecimiento.
-Sabes que te quiero hijo, además, de vez en cuando tengo que consentirte, ¿no? -Me dijo con una gran sonrisa.
Sólo le sonreí y me dispuse a lavar mi plato entonces me puse a pensar y a recordar cuando estaba más chico y mi madre me mandaba a recoger mi plato y lavarlo. Siempre le renegaba y me rehusaba a hacerlo aunque al final, siempre terminaba haciéndole caso, ya sea porque me amenazaba con castigarme o pegarme, aunque en realidad nunca me puso una mano encima. Mi mamá me cuidaba siempre cuando estaba pequeño, aunque era la etapa donde era más rebelde con ella y con mi papá, cuando se supone que los niños son rebeldes cuando entran a la adolescencia.
Esa es una de las cosas que las personas que me conocen me dicen que es raro en mi. Los amigos que tenía en la otra escuela cuando estaba en primero y segundo de secundaria siempre hablaban de como les contestaban a sus papás o de lo que hacían cuando se peleaban con ellos.
Yo nunca tenia nada de que hablar, porque siempre les era obediente y no tenía problemas. Mis mayores momentos de rebeldía fueron cuando estaba en cuarto de primaria y en ese tiempo mis compañeros eran los obedientes. Prácticamente estaba al contrario de mis compañeros.
Terminé de lavar mi plato y de pensar tanta cosa porque mi mamá me estaba hablando.
-¡Hey! Despierta bello durmiente. -Me dijo riéndose.
-Estoy despierto. -Respondí sonriente.
Me retiré y me fui a mi cuarto a recojer mi celular y mi cartera. Quería salir para organizar un poco mis ideas y aclarar mi mente. Necesitaba pensar en lo que había pasado en mi sueño y mi primer día de clases. El tal chico Alan y ese Santi me habían hecho pensar cosas que no me habían gustado. Santi por tener ese cuerpo y Alan por tener esa apariencia tan... ¿linda? No lo sé. No tengo una mejor palabra para describirlo.
Cuando bajé, mi mamá estaba desayunando todavía. Cogí mi sudadera y me disponía a salir, cuando me preguntó a donde iba tan temprano.
-Voy a salir un poco. Creo que iré al parque. -Le dije un poco nervioso, ya que mi mamá hay veces que se pone en su plan de no dejarme salir a veces.
-Mmmm... Está bien, supongo. pero, ¿por qué tan temprano? Usualmente sales en las tardes, no en las mañanas. -Me respondió con un aire de curiosidad.
-Necesito salir a pensar unas cosas solamente, no creo que tarde mucho.
-Ok, solo asegúrate de regresar antes de la comida. Recuerda que haré lasagna. -Dijo guiñando un ojo.
-Claro. -Le dije, y acto seguido salí por la puerta con paso decidido.
El parque no estaba muy lejos de mi casa. Quedaba a algunos cinco minutos caminando, así que me dirigí hacia allá.
Mientras caminaba, iba pensando. ¿Por qué me estaba sintiendo de esa manera con estos dos chicos? ¿Será que de verdad sentía algo por esos dos? No lo sé. En verdad que quería que todo saliera bien en mi nueva escuela. En la anterior, los que llamaba mis "amigos" en realidad no lo eran. Había muy pocos que en verdad me apoyaban, y en lo personal creo que porque donde estaba antes era una escuela pública y ahora me habían inscrito a una privada. Mi papá dijo que era porque quería que fuera yo creciera mejor como persona, y que ahora, esa escuela cumplía con sus expectativas, así que no lo dudo mucho y que me iba a sacar y que continuaría mis estudios en una mejor.
No me opuse por razones obvias, así que sólo me dispuse a obedecerlo como siempre y hacer lo que me decía. Además, se convenció de meterme ahí, también porque me dijeron que por mis buenas calificaciones me darían una beca del 90%. Mi papá obviamente accedió y pues ahora estoy ahí.
Me di cuenta que iba mirando al piso. Levanté la mirada y me di cuenta que ya había llegado. Las 12:00 pm.
Entré y fui a un lugar en particular en el que me gusta estar. Allí hay pasto, no hay gente y siempre está más silencioso que el resto del parque en sí. Para llegar me tengo que brincar una barda, pero usualmente no hay nadie cuidando, así que no hay problema con que me pase.
Llegué a mi amado lugar, y me recosté en el suelo. Me gustaba mucho estar ahí también porque había dos árboles que estaban muy grandes y viejos que daban suficiente sombra como para hacer un gran picnic en familia.
Estaba empezando a quedarme dormido, cuando escuche que alguien se aproximaba. Pensé que era algún policía o de esos de seguridad que se encargan de cuidar el parque, así que rápidamente me levanté y silenciosamente me fui a esconder arriba de uno de los árboles para que no me descubrieran, ya que tenía muchas ramas y era fácil de escalar.
Estaba allí arriba escondido y esperando a que pasara quien sea que fuera para poder bajar y seguir con mis cosas, cuando vi que era Alan. ¡¿Alan estaba ahí?! ¿Por qué? ¿También sabía de este lugar? ¿Por qué nunca me había dado cuenta? Estas y otras preguntas más empezaron a formularse en mi mente mientras lo veía caminando debajo de mí y hablando consigo mismo.
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¡Hola! Bueno este es el segundo capítulo de la historia, espero que les guste a quienes lo estén leyendo, y ya estoy trabajando en el tercero. Intentaré actualizar lo más pronto posible de verdad. ¡GRACIAS!
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El Arder de los Pensamientos [En Edición]
Teen FictionMatt siempre ha sabido que es diferente a los demás. Pero también siempre ha querido ser igual que los demás. Él no está seguro de su orientación, pero llega alguien a su vida que sí lo está, y tanto él como Matt, descubrirán lo que se encuentra en...