Cap. 1

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- ¿Qué significa esto, Adrien? - preguntó Gabriel Agreste con el seño fruncido. El diseñador bajó el boletín de calificaciones de su hijo y lo observó desde el otro lado de su escritorio.

- Papá, lo lamento mucho, no sé que me pasó - dijo el muchacho - realmente lo intento, pero no logro ponerme al corriente, creo que haber pasado tanto tiempo en casa me ha dejado atrás de los otros estudiantes - se disculpó Adrien preocupado.

- El hecho de que hubieras estudiado en casa nunca antes había sido un problema - dijo Gabriel. - siempre habías logrado ponerte al corriente de todas tus materias.

- Realmente no sé que pudo haber pasado - insistió Adrien.

- Le diré a Natalie que consiga un profesor privado de inglés, no puede ser que un hijo mío tenga estas calificaciones tan baj... - comenzó Gabriel mientras tomaba su teléfono celular.

- Papá - lo interrumpió Adrien - no hay necesidad de pagar un profesor.

- ¿No? - preguntó Gabriel con cierto desdén.

- Bien, podríamos pagar un profesor - aclaró Adrien - pero también decidí inscribirme en el programa de tutorías de mi colegio - le explicó.

- ¿Tutorías? - preguntó Gabriel haciendo su celular a un lado.

- Sí, funciona así: el mejor estudiante de una materia debe dedicarle un par de horas para enseñarle al peor de la clase, a cambio, el mejor de la clase recibe créditos extra para el siguiente trimestre - explicó Adrien.

-¿Así que tu eres el peor? - preguntó Gabriel aún más molesto.

- Pues... - empezó Adrien quien cada vez se sentía más nervioso.

- Vamos a suspender las sesiones de fotos por las próximas semanas, tomarás clases los próximos cinco sábados por la mañana con un profesor particular, te olvidarás de salir con tu amigo Nino por tres semanas y tomarás ese programa de tutorías - dijo Gabriel muy seriamente.

- ¿Tres semanas? - se quejó Adrien.

- Sí, tres semanas, esa es mi última palabra - repitió Gabriel alzando ligeramente el tono de voz - por cierto ¿ya te asignaron tutor? - preguntó el diseñador.

- Sí, su nombre es Marinette Dupain Cheng.

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[un mes antes]

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Chat Noir estaba exhausto, la batalla con aquel último akuma lo había dejado completamente rendido. Sin embargo, lo que más le había frustrado era hecho de que Ladybug había podido ganar completamente sola, sin ninguna ayuda de sus poderes. No era que Chat Noir no le deseara lo mejor a su compañera de equipo, todo lo contrario. Pero Adrien Agreste no podía dejar de sentirse como un completo inútil en comparación a la heroína. Ladybug no lo necesitaba, es más, a veces sentía que él no era más que un lastre que la relentecía y la ponía en peligro constantemente.

El muchacho saltó de un techo al otro, con gran agilidad, hasta que un grito lo alarmó. Adrien reconocería aquella voz en cualquier lugar. Chat Noir regresó sobre sus pasos al callejón en donde había dejado a Ladybug. Él necesitaba asegurarse de que ella se encontraba bien. Sin embargo, justo cuando se encontraba al borde de la cornisa del edificio bajo la que se encontraba la pequeña calle cerrada, Chat Noir decidió detenerse y observar atentamente la escena bajo sus narices.

La tutora [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora