La luz del sol, el aroma del agua junto con el sonido de la misma, meciéndose con la ayuda del aire fresco que soplaba. La mañana pintaba para convertirse en un buen día, pero eso no era posible cuando eres un príncipe. El hijo de un emperador, para ser más específico, hijo del emperador romano; Tiberio Claudio César Augusto Germánico.
La idea de una mañana tranquila se fue dispersando poco a poco una vez que escucho todo el movimiento fuera de su habitación, lo que sucede, es que su cumpleaños número 19 se aproxima y el emperador tiene a todo el reino vuelto loco.
Louis siempre fue el orgullo de su padre, cuando empezó a dar indicios de ser omega, el estaba aterrado, el simplemente pensó que su padre lo ejecutaria o algo parecido, su sorpresa fue enorme cuando no fue así. La reacción del emperador fue todo lo contrario a lo que el omega hubiera pensado, Louis se convirtió en el tesoro más preciado del emperador Claudio.
Su padre dijo que Louis tenía un olor peculiar, eran rosas, pero sin llegar a empalagar, pero tampoco era tan fuerte para llegar a picar. Era más neutro, un olor que no se cansa de oler.
Asi mismo, su padre demando que siempre que estuviera fuera del palacio llevaría guardias resguardandolo ya que no queria que ningún alfa ni beta ajeno al palacio, pudiera acercarsele. Su padre decía que era una presa fácil para cualquier hombre, ya que sus curvas eran muy marcadas, sus ojos azules eran muy cautivadores, sus pestañas largas lo hacían lucir hermoso cuando las batía y sin duda su piel bronceada bajo su toga lo hacía verse espectacular.
Sus pensamientos fueron disipandose cuando escucho unos toques en su puerta.
"Un momento." Dijo el pequeño oji-azul mientras buscaba su estola para poder vestirse, pues el acostumbraba a dormir desnudo. "Pase." Fue lo que grito para indicar que ya estaba vestido. Su puerta se abrió dejando ver a tres mujeres de servicio, dos omegas de edad avanzada y una joven beta. "¿Que se les ofrece?"
Las tres mujeres parecían llevar las mismas ropas, las dos omegas de cabellera canosa, mientras que la joven beta tenía una hermosa cabellera rubia que caía en rizos por sus hombros.
"Buenos días señor." Hablo una de las dos omegas, con un peculiar aroma, fresas frescas. "Su padre nos envió a limpiar su habitación y nos pidió que le dijéramos que porfavor bajará a desayunar con el, tiene algo importante que hablar con usted."
En cuanto las sirvientas dijeron esto, no dudaron en entrar a la habitación para comenzar a limpiar la habitación del oji-azul. Mientras la joven beta se encargaba de hacer su cama, las omegas se encargaban de preparar la habitación del baño.
Definitivamente no estaba nervioso, no. Se sentía de alguna manera, intrigado e interesado por lo que su padre tuviera que hablar con el. El nunca sentiría miedo de su padre, su padre era su adoración, lo respetaba a sobremanera.
"Oh, gracias Celsa" Habló dirigiéndose a la omega que le había notificado que su padre lo buscaba. "¿Le podrías decir porfavor que solo tomo un baño y bajo enseguida?" Dijo el castaño mientras se dirigía al cuarto de baño.
Una vez que el castaño salió del cuarto de baño, no pudo evitar mirar por la ventana de su habitación hacía las termas.
Las termas eran lugares públicos en donde los plebeyos o los esclavos podían tomar un baño. A Louis le parecía correcto que la gente ajena al palacio tuviera esas libertades, lo que le parecía injusto era el hecho de que se cobraba una cuota por poder tomar un baño en las termas, ya que, según el senado; Las termas representaban una fuente de ingresos muy importante y parte de estos iban hacia el mantenimiento de las mismas.Louis había tratado de convencer a su padre para que el acceso a estas fuera gratuito pero el emperador le dijo lo mismo que el senado ya había mencionado y su padre solo se disculpo por no poder hacer nada.
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The arena
FanfictionDicen que en el amor y la guerra todo vale, pero, ¿y en... La arena?