》01《||● ¡No hay tiempo de introducciones!●||

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》01《
●||¡No hay tiempo para intoducciones, idiota!||●

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》Randy《

¿Cómo es posible que me obliguen a hacer esto?

Hace tan solo unos minutos conversaba casualmente con mi jefe, el señor William Birkin. Hablabamos de la posibilidad tan grande de cómo la nueva creación del Señor Birkin, el virus-T, podria hacer una gran evolución en la recuperación de las enfermedades.

En la mejora de las habilidades físicas y en el -Cómo- esto podria evitar toda clase de enfermedades.

Pero no.

Ahora ya no hablamos del tema.

Ahora solo le apunto a la cabeza con la pistola de mano, entregada a mí por las mismas personas que planean matarlo.

-¡¡Randy!! ¡Diles qué se detengan! ¡Diles cómo siempre le fuí fiel a ¤UMBRELLA¤! ¡Dicelo--- Sus plegarias fueron interrumpidas.

¤

¡BANG!

El estallido de las balas contra su cuerpo era tan fuerte que retumbaba en los sitios más recógnitos de mi cabeza.

Me latia tan fuertemente el pecho que, sin poder resistirlo, me llevé la mano izquierda a el lugar donde mi alterado corazón yacia.

En mi mano derecha recaia el arma, la cual no pretendía usar.

Mientras los hombres armados informaban a su jefe de lo sucedido, vi a lo lejos, un Birkin moribundo encajandose una jeringuilla en el hombro.

Una jeringuilla.

Esto no podria ser bueno.

Sin pensarlo dos veces, dejé que mis despavoridas piernas me llevaran hasta alguien que me pudiese decir si esto era real o solo una paranoia creada para alejarme de todo lo acontecido.

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》Alix《

Mis pies golpeaban ligeramente el suelo, señalando la poca paciencia que me qudaba.

El sonido que mis pies producían era repetido con más intensidad a la distancia. Cada vez más cerca. Una figura familiar se acercaba a el sitio donde me encontraba.

Randy.
Su respiración era muy agitada. Su frente se aperlaba de sudor. Su cabello normalmente peinado tenia mechones rebeldes moviendose al compaz de su veloz avance.

-Parece que corriste un maratón. ¿Ahora qué es lo que sucedio?- Sin pensar dos veces mis palabras, le prengunté.

En su rostro se reflejaba una mirada de loco. Poco característica de él he de decir. Sus manos tiemblan como el dia que le asuste saltando desde el tercer piso.

Sus manos se estiraron tambaleantes hasta un pequeño bolsillo en su bata de laboratorio. De esta saco un pequeño cilindro de cristal con un liquido morado dentro.

Mi expreción rapidamente se oscureció.

Él ya me habia dicho esto. En su momento no le dí la debida importancia.

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