Era una fría mañana de Julio, el cielo estaba nublado, Amindy ya presentía la lluvia que se avecinaba, era una sensación extraña, a ella le encantaba cuando el cielo y sus nubes dejaban caer agua sobre la tierra, le gustaba el olor refrescante que dejaba, pero, hoy era distinto, siendo las 5 A.M. aún, la joven estaba en un taxi, profundamente cansada y abatida por acciones pasadas que habían ocurrido no muchas horas antes, sus ojos estaban rojos, reflejaban una gran tristeza, y una inevitable angustia, que estaba a miles de pasos de ser solucionada. El caballero que la estaba transportando notó eso y tomó la decisión de no hablarle durante el recorrido, cosa que fue muy sabía, considerando el pésimo humor de la chica, que seguramente la habría hecho ser cortante y maleducada. Entre pensamientos vagos y confusos, con la mirada casi vacía hacía el exterior del vehículo, Amindy presenció una escena imborrable, que se quedó pegada a ella como una foto de la más alta calidad y profundidad, al nivel de poder ser expuesta con mucho orgullo en una exhibición. Ya sea por la sensibilidad del momento o de lo confuso de lo percibido anteriormente, la muchacha hizo detener al conductor con un
-pare- decidido aunque notoriamente fuera de cualquier racionalidad, pidió al transportador que la esperara un poco y bajó al pabellón, no dió muchos pasos para encontrarse cuerpo a cuerpo con su objetivo, se agachó y tocó el hombro de lo que aparentemente era un joven, que, tirado en el piso, junto a un montón de basura, mostraba una cara con marcas de golpes y rasguños, su respiración, forzosa y áspera, se hacía cada vez más audible, y su expresión, cada vez más dura
-oye, ¿estás bien?- preguntó la joven sabiendo que obviamente no lo estaba, lo sacudió un poco, y, al darse cuenta de que ello no conllevaba a ninguna reacción en respuesta, decidió tomar aliento y levantar al muchacho, de la misma manera en que lo hubiera hecho un príncipe con una princesa, solo que con los papeles raramente invertidos. Ya en sus brazos, se condujo hasta el taxi y suavemente lo depositó en el asiento
-¿al hospital?-
-no, lléveme a donde acordamos en un principio- con cara seria
-¿e-está segura?- preguntó mientras miraba al joven malherido, entonces, con aún un poco de preocupación, desvió su mirada y se encontró en el retrovisor con unos ojos llameantes, que daban una sensación de salvajismo y tal vez un poco de locura, lo que le hizo tensarse completamente
-¿no he dado ya una orden?... acátela-
-si, perdóneme- *inquietamente*
Amindy era cosa seria, podía ser alguien increiblemente amable, pero si las cosas se ponian mal o requerían un trato firme, ella era capaz de cambiar totalmente, usando su actitud diligente severa, que desde pequeña le habían inculcado y púlido sin que se diera cuénta. Después de un largo recorrido, por fin había llegado a su destino, pago lo que debía y bajó del auto nuevamente con el hombre en sus brazos, con bastante empeño buscó las llaves en su bolso mientras se aseguraba de no soltar al muchacho, que al parecer seguía sin un rastro de consciencia, pudo haberlo déjado en el suelo para realizar la acción, pero pensar en ello, por alguna razón, la entristeció, inconscientemente lo relacionó con abandonarlo, cosa que por lo visto ya habían hecho, dejándolo "casi muerto" entre la basura. Después de haber encontrado las llaves abrió la rejilla y entró en una secuencia de apartamentos, cerró la entrada y avanzó unos 5 metros, giró hacia la derecha y caminó hasta el final del pasillo, donde se encontró con las escaleras, miró con gran cansancio hacía arriba, y se preparó para subir, en el primer escalón notó con gran angustía el tremendo esfuerzo que se necesitaría para continuar, pero aún así siguió ascendiendo, con sudor en su frente-maldicióon- *en el quinto escalón* -tuve que ir con tacones...-*en el décimo* -¡y con vestido!, tonta, ¡tonta yo!- subió unos trece escalones más y llegó al segundo piso... por fin al maldito segundo piso, exhaló con exasperación y dirigió una vez más sus pasos al final del pasillo, donde se hallaba su departamento, abrió la puerta con gran dificultad, fué hasta la sala de estar, tiró bruscamente al joven en un sillón, y, al darse cuenta de que no se había despertado, se tiró en el piso, acurrucándose en la alfombra,
-solo un descanso y...- *bostezo* - lo despierto... para... preguntarl...- *se queda dormida*.
Transcurridas 3 horas el encomendado al sofá despertó, con la cabeza dándole vueltas y el cuerpo débil casi incapaz de mantenerse por si mismo, abrió los ojos confundido y lo primero que vió fue un pequeño haz de luz saliendo delicadamente por las claras cortinas de la ventana, que aparentemente, en un golpe alegato, no eran suyas, al darse cuenta de ello, se incorporó rápidamente, dando un gritito por el dolor no pensado que causó el drástico movimiento, distraído, tratando de averiguar su ubicación, tratando de recordar como y cuando llegó ahí, apoyó los pies en el suelo topándose con una cosa blanda y caliente, en un escalofrío que le recorrió el cuerpo, apartó los pies y miró hacía abajo donde sorprendido divisó un bulto que se movía de arriba hacía abajo, aún un tanto impactado y asustado en alguna medida, trató de separarse lo que más pudiera de la "cosa", consiguiendo en consecuencia un alarido de parte del objeto extraño, o más bien del supuesto animal que se encontraba postrado en el suelo. El terror se apoderó de el cuando se percató que unos de sus pies estaba enredado a un mechón de cabello, trató de zafarse, pero solo obtuvo un desgarrador grito de parte de la criatura que encorvada trataba de despojarse del amarre accidental que se había formado, el joven, atemorizado, se propuso a escapar, pero cayó como saco de plomo al suelo, de repente, para el alivio del hombre, la presión que se mantenía constante en su pie se detuvo, al igual que los gémidos terribles que hace unos momentos lo torturaban, se arrastró unos centimetros y con cuidado se levantó apresuradamente, con el cuerpo temblandole, busco en la vasta oscuridad, aferrándose principalmente al tacto, sintió una manilla, giró de ella y abrió la puerta con nerviosismo, pensando que esa sería la sálida del lugar maligno en que se encontraba, pero no, su pequeña sonrisa de 3 segundos se extinguió completamente cuando tropezó con variadas cosas que se encontraban dentro del lugar, ¿qué sería esa habitación?, en seguida se oyeron pasos acercándose, el muchacho se encogió agarrándose la cabeza con gran susto, las pisadas se detuvieron y las luces se encendieron
ESTÁS LEYENDO
Un gran equipo
RomanceTodo comienza un nublado día cuando Amindy, la protagonista de la historia, ve tirado en la acera a un llamativo joven, que pronto será otro personaje principal de la historia... ¿qué será de ellos?¿de qué manera se relacionarán en adelante?... ¿...