Diez.

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—¡Joven Pines! Me alegra volver a verlo, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos encontramos —alargó ambos de sus brazos y rodeó el cuerpo del menor, con una gran sonrisa adornando su rostro.

Por más comprometedora que la situación fuera, Dipper se sentía asqueado. Su corazón retumbaba con fuerza sobre su pecho y a medida que se acercaba al cuerpo de la contraria para corresponder el abrazo sus mareos se intensificaban. Susan era una gran persona, no podía actuar como si nada pasaría en esa noche, él ya sabía que era lo que pasará y realmente quería inventar una excusa para retirarse pero las cosas no eran tan simples.

Odiaba fingir su felicidad. La sonrisa nerviosa que se intentaba propagar en su rostro levantaba sospechas, por lo que Bill le dio un ligero golpe en su espalda baja. Volteó a verle por encima de su hombro y se encontró con una mirada amenazante, una que le heló por completo la sangre.

Bill ya estaba levemente irritado, ya que tenía un itinerario largo que cumplir ese día y Dipper no hacía más que atrasarlo. Carraspeo para llamar la atención de la mujer de la tercera edad que seguía abrazando al sicario, ésta pareció notar el sonido y se separó del muchacho para fijar sus ojos en los de él.

—Pero que pésimos modales tengo —exclamó la mujer apartándose por completo de Dipper para así admirar a cuerpo completo al rubio—. Dipper, ¿con quién tengo el placer de conocer?

Dipper se quedo en silencio por unos momentos, el sudor se llegaba a sentir en sus sienes y las manos le temblaban ligeramente. Miró por un corto momento a Bill para luego desviar su mirada al suelo.

—Linda Susan, el es Bill Cipher —al pronunciar su nombre su voz tembló un poco. Ahora no tenía control total de sus acciones y sentía que en cualquier momento hecharía a perder todo. Antes de continuar con la descripción del rubio, tragó duro—. Él es un mafi...

Bill abrió los ojos a su totalidad y en un instante ya tenía una mano posada en la cintura del castaño acercándole para robarle un pequeño beso en los labios. A Dipper aquello le robó las palabras y el aliento, recordando lo que pasó hace unos días en donde compartieron un momento igual de íntimo. Bill se separó después de unos segundos que vio suficientes para hacer del beso creíble y miró a la gerente.

—Un marido, mejor dicho, su marido, ¿no es así, amor?

Dipper le miró con ambas cejas alzadas y un sonrojó adornando sus mejillas. El sonrojo era de la mismísima vergüenza por el hecho de que por poco revela el oficio del otro. Ambos se miraron cómplices; Dipper pidiendo disculpas por su torpeza y Bill pidiendo refuerzos con la idea que tuvo.

El castaño sólo asintió un par de veces, sonriendo de una manera falsa.

—Sí, es mi marido.

Susan llevó ambas manos a sus labios en señal evidente de sorpresa y empezó a felicitarles. Genial, ahora Dipper se sentía pésimo por mentir.

—Tengo entendido que estarán en este restaurante por celebrar un acontecimiento importante, ¿no es así?

—Así es, nuestros grandiosos dos años juntos —mintió Bill, sonriendo con hipocresía—. Buscamos una mesa que este lo suficientemente alejada de la gente.

Dipper notó el tono serio que optó Bill en lo último que había dicho, después de escuchar como le susurraba un "queremos privacidad" a la mujer. Ella asintió y les guió a unas de las mesas más elegantes del local, además que a su alrededor no estaba la presencia de tanta multitud.

Cuando Susan se retiró y ambos hombres se encontraban sentados frente a frente sobre las sillas de mármol fino; uno fulminandole con la mirada al otro.

El Sicario. ✾BillDip✾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora