Me levanto de la cama. Anoche no fui capaz de dormirme hasta las dos de la mañana así que me cuesta mucho pensar con claridad. Le doy de comer a la gata, desayuno, me ducho y me lavo los dientes rápido para salir corriendo a coger el bus.
El bus, donde empieza el infierno. Siempre me pongo delante, donde nadie se sienta, así no molesto con mi presencia.
Llegamos al instituto. Todo el mundo tiene a quien saludar, a quien abrazar, o a quien coger de la mano...todos menos yo.
Me dirijo a mi clase. 1º Bachiller Y. parece mentira que solo lleve tres años en este instituto, cuando parece que son el triple. Antes de meterme en clase voy a buscar mis cosas a la taquilla. Primer empujón del día. Se me caen los libros mientras Oliver y sus amigos se van riendo. Recojo los libros con un gran dolor en el brazo. Al menos ya se me quitaron los moratones que tenía en las rodillas de cuando me empujaron en el recreo y me caí. Cuando mi madre me preguntó le dije que me había caído jugando al futbol con mis amigos.
Já...como si alguien fuera a quererme en su equipo.
Suena la sirena. Entro en clase. Me acerco a mi mesa donde hay un post-it de una caricatura mía, solo como siempre. Estoy acostumbrado. La hago una bola y la tiro dentro de la mochila. A mi lado se sienta Serena. Es una chica muy habladora, pero con sus amigas, no conmigo. Se sienta en literatura conmigo porque la obligan, es decir que el mejor castigo que encuentran para ella, por hablar y suspender, es sentarla a mi lado.
Comienza la clase. Estamos dando escritores españoles como Delibes. Rosa, la profesora, dice que tiene una sorpresa. ¡Odio las sorpresas! Dice que, junto con nuestro compañero de mesa, tendremos que hacer un trabajo sobre una de las obras de Delibes. Miro de reojo a Serena. Parece que le da igual, quizás cuenta con que yo haga todo el trabajo y no la moleste. Quizás sea lo mejor para todos.
De pronto me mira y rápidamente aparto la mirada. No se me da bien relacionarme con la gente y por lo que se ve, ella lo nota porque vuelve a centrar su mirada en el encerado.
Dos minutos después me pasa una nota: "Biblioteca 18:00????"
¿En serio Serena quiere quedar para hacer un trabajo conmigo? Tengo que contestarle. No quiero que piense que soy un bicho raro, aunque viendo con quien se junta y lo que le habrán contado seguro que ya lo piensa.
"Vale" -le escribo.
Me pone muy nervioso el hecho de quedar con ella. Por un lado no quiero que llegue la hora pero por otro lo estoy deseando. El día pasa lentamente.
A las 16 h toca la última sirena. ¡Por fin puedo ir a casa! Hoy ha sido un día tranquilo, salvo por el empujón de primera hora de la mañana, y es raro porque desde hace unos meses la situación ha sido una pesadilla: los insultos, los golpes...
Pero no puedo decírselo a nadie, sería peor. Además nadie tiene tiempo para mí, ya que mis padres están demasiado centrados en sus vidas y trabajos, y tampoco tengo ningún amigo al que contárselo.
Llego a casa. Mis padres están trabajando, así que estoy solo con Max, mi gata. Se llama así porque no sabíamos que era gata hasta que tuvo unos gatitos, que luego regalamos. Enrosca su cola en mi pierna. O le doy de comer o no me va a dejar dar ni un paso. Le doy su comida y ahora prepararé la mía. Resulta "gracioso" que mi gata sea el único ser que me quiere con el que he tenido contacto hoy.
¡No pasa el tiempo! Después de comer enciendo el ordenador con la esperanza de distraerme hasta las 18 h. Comienzo a ver mis correos y entro en Facebook. Hace meses que no lo miro. Tengo dos nuevas solicitudes de amistad, una de mi tía y otra de un tal "DV". Entro en su perfil. Parece que es alguien de mi entorno porque vive cerca, pero no tiene fotos. Decido aceptar la solicitud, más que nada porque me intriga. Sigo mirando las novedades. A los cinco minutos "DV" me habla por mensaje privado: