Seike.

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Mi nombre es Victoria y tengo 24 años. 

Soy la mayor de cuatro hermanos pequeños y la responsable de sacar a mi familia adelante, al menos desde que mi padre enfermó de cáncer cerebral hace un año. 

Mis hermanos se dedican a los estudios, pero yo llevo trabajando desde los 16, la edad en la que mi madre tuvo un accidente automovilístico que se la llevó, mi padre se vio envuelto en muchas deudas lo que me hizo dejar los estudios para ayudarle. 

Ahora, y tras ser despedida de la estación de servicio en donde trabajaba me encontraba frente a la enorme mansión Clowniac, hogar de una de las personas más adineradas de toda la ciudad.

No sabía mucho del residente del lugar, a penas le había visto por la televisión y revistas, pero si algo sabíamos todos a ciencia cierta era que era una persona introvertida, extraña y desagradable a los ojos de los medios de comunicación, era el heredero de la fortuna de sus difuntos padres, supongo que eso era algo que teníamos en común, que ambos habíamos perdido a nuestra madre.

Cuando me acerqué a la puerta leí una nota pegada en la puerta, "la puerta está abierta, adelante" me pareció extraño algo como eso debido a que cualquiera que no fuese yo podría entrar y tratar de robar, aunque era impensable en pleno día, algunas veces se me olvidaba que en no todas las zonas de la ciudad podías ser atracado...

Cuando entré en la mansión estaba oscuro, era un día soleado, pero las gruesas cortinas moradas oscuras cubrían los enormes ventanales, el piso era de madera así como los muebles, era una sala enorme de paredes color rojo oscuro, una gran escalera subía hasta el segundo piso y hasta ahí me llegaba la vista.

- ¿Hola? - Me atreví a decir, el eco resonó por todo el lugar , en ese preciso momento pensé en darme la vuelta y marcharme, sin embargo, el sonido de unos pasos me detuvo. 

Una figura ataviada con un traje negro bajaba por las escaleras con paso tranquilo, me sorprendí al encontrar frente a mi a un hombre entrado en años, con nariz aguileña y ojos pequeños, su cabello era canoso y andaba un poco encorvado, no pude evitar pensar en Alfred, quizás Seike Clowniac era como Bruce Wayne.

- ¿Señorita Victoria Sykes? - Preguntó , a lo que no me demoré en asentir, por alguna razón me comenzaba a sentir nerviosa. Me inspeccionó de arriba a abajo. - El señor le espera, sígame, si es tan amable.

Cerré la puerta tras de mi y en la semi-oscuridad de la casa seguí la delgada y alta espalda del mayordomo.

- El señor Clowniac busca un perfil específico para el puesto.

- ¿Puedo preguntar de qué es el puesto? - De mi bolso saqué la carta que me había llegado dos días antes y que me citaba para una entrevista para un puesto de trabajo en la mansión Clowniac, pero no especificaba nada más, tampoco recordaba haberme presentado a esa oferta de trabajo.

- El señor Clowniac se lo sabrá explicar mejor que yo, señorita Sykes. - Dijo, sentí un escalofrío mientras seguía al mayordomo de cerca, tras subir las escaleras me llevó por el pasillo hasta una habitación con la puerta cerrada. 

Tocó antes de pasar sin aguardar autorización. 

Era una habitación oscura (como el resto de la casa) con a penas unas pequeñas luces provenientes de una lámpara, en aquel estudio habían muchos libros sobre estanterías y arcones de madera, en el escritorio al otro lado de este se encontraba un hombre.

No parecía muy mayor, vestía con una chaqueta negra abierta que mostraba su pecho pálido, su cabello era liso y negro, caía en melena y enmarcaba un rostro de marfil con ojos azules, varias perforaciones estaban en torno a su boca, sin duda, me parecía más fascinante que en las pocas fotos que habían salido en la prensa.

Su mirada duró un segundo y luego volvió al libro, no me atreví a moverme de detrás del mayordomo, pero este se echó a un lado, en ese momento, el señor Clowniac me miró unos segundos, sentí como si con esos ojos zafiro revolviese mi interior, me sentí pequeñita e indefensa, tras aquella mirada la apartó al mayordomo y le asintió, luego volvió la vista a su libro.

- Siéntese.- Me pidió el mayordomo. 

Hice un esfuerzo enorme en moverme del sitio para avanzar aquellos escasos metros hasta la silla frente al escritorio en donde Clowniac leía, me senté en la silla de madera, mullida con un cojín rojo y simplemente esperé.

Y esperé.

Y esperé.

Y esperé.

Clowniac elevó su mirada hacia mi, ahora, desde más cerca pude ver el vacío que esta guardaba, la frialdad y la soledad que danzaban en sus hermosos iris.

Me pregunté entonces, y a día de hoy no sé porqué si él lloraba, me preguntaba si todas las noches, mientras estaba a punto de entrar en la cama lloraba y porqué lo hacía, me pregunté como serían aquellos rasgos cruzados por lágrimas, como sería su rostro hundido y deformado por la miseria y la soledad, como lucía desolado.

- Tu familia lo pasa mal. - Me dijo, con su mirada posada sobre la mía.- Puedo hacer que no les falte de nada, a cambio...

- ¿A cambio de qué?

- De ti.


Continuará.

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2017 ⏰

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