Capítulo 3|¡A quemar el café!

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Viernes por la mañana, fueron al colegio, planearon para ir a una cafetería y fueron ¡ta da!

—Bueno, ¿Qué hacemos ahora?

—Sally, estamos en una cafetería; es obvio que vamos a hacer paracaidismo —dijo Helena

—¿Enserio?

—No

—Pinche insensible

—¿Pueden dejar de pelear alguna ves en la vida?— dijo Daniela

—No

—Pues entonces Callense y pidan lo que van a comer

—¿Aquí se come?—Preguntó Sally

—Obvio que no—dijo Helena— aquí se rentan bicicletas

—¡Yo quiero una!—Dijo Rebeca

—Muerete, son mías—Dijo Sally

—¡Cállense!

—Okay —Suspiraron desilusionadas

Después de enseñarle a la pobre e inocente Sally que ahí de comía, decidieron pedir su comida.—obvio, porque ahí se come — ¿No les gusta como narro? Entonces coman Mamey

—Bien, Entonces—Dijo Daniela — un brownie de Nutella para Helena, otro para Sally, un Capuccino para Helena, un té de limón para Sally, un Croissant y un té de rosa para Rebeca y yo quiero... ¡Ya se! Unos Waffles con batido; por favor

Dicho esto la camarera se fue a preparar las cosas

—Aquí vamos a comer y ¿ya?

—Si, Sally ¿Que mas querías? —Preguntó Rebeca

—Yo quería quemar algo

—¡Sally quiere libertad! —Exclamó Daniela

—en realidad —dijo Helena—eso es piromanía

Las tres rieron

—Los dos Brownies, los dos té's, el capuccino, el Croissant, el batido, los Waffles y un poco de azúcar; por si le quieren agregar a Algo—Dijo la camarera y se fue inmediatamente

Rápidamente Helena y Sally se pusieron a pelear por la azúcar

—¡Tu tienes un capuccino!

—¡Ese es amargo, tu tienes té!

—¡Si, de limón!

—¡Eso no tiene nada que ver!

—¡Si tiene!

—¡Claro que no!

—¡Claro que si, el limón es amargo!

—¡El capuccino también!

—¡Es café!

—¡El café es amargo!

—¡dejen de pelear!—Dijo Daniela— ¿No que somos amigas?¡Las amigas no pelean!

—Perdón —Dijo Sally— pero es que es divertido—rió

—Bien—Suspiró

Terminaron de comer y decidieron que iban a hacer mas tarde, pero no muy caro, no podemos malgastar el dinero de las chicas

Bueno, antes de irse Sally tomó un yesquero e incendió el mantel junto con Helena, prendiendo en llamas casi todo el café.

Ahora si, las cuatro salieron del restaurante-café

—Vamos a andar en bici—sugirió la rubia

—No—negaron ambas castañas

—Ay, ¡Dejen de ser tan aguafiestas!—se quejó la pelirroja

Por MensajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora