Verano. Lo mejor de la vida. Era el año de 1991. Lo vi. -esta feo. Dijo mi madre. Pero jamás me he dejado llevar por las apariencias, el tenía unos ojos preciosos. Y su cabello, wow, su cabello... me hacía llorar. Ahí estaba, sentado frente a mi. Por lo visto, era muy despistado, pues jamás noto que lo veía de pies a cabeza.
Quien diría que uno se puede enamorar en un hospital.
Siempre le aterraron los hospitales a mi madre, pero no podía irse y dejar a mi hermana sola dando a luz con todos los problemas que nos rodeaban.
En fin, el era perfecto, devi estar loca por estar coqueteando con un chico en semejante situación. -Podrías comportarte. Susurró mi madre, para que el chico no escuchará. El sólo estaba mirando el piso, creo que jamás me puse a pensar en lo que había detrás de el. Quiero decir, estaba ahí por algo, pero, por que? Empecé a observarlo más, y me Di cuenta que estaba muy nervioso. Demasiado. Ahí me di cuenta que no todo en la vida es tener unos ojos hermosos.
Al fin levanto la cara! Pero ahora sólo mira la lámpara en el techo, por lo visto la estaba pasando mal.
No aguante, me decidí a preguntarle si estaba bien o a entablar una conversación, ya que tenía sus lindos ojos llenos de lágrimas, no podía dejarlo solito. Y cuando al fin me llene de valor, sale el doctor Avitia y le dice a mi madre - su hija y su nueva nieta están sanas y salvas, si gusta pasar a verlas en la habitación B5. Me emocioné asta que recordé al chico... lo que más me sorprendió fue lo que le dijo el doctor al chico -ven con migo, tienes que ver algo. Enserio lo siento. Entonces mi madre me tomo del brazo y mientras nos retirabamos el chico literal, se desvaneció en lágrimas. -No puedes hacer nada para mejorar su situacion Amanda. Déjalo.Dijo mi madre.
