SIN FUERZA

SIN FUERZA

Mientras escuchaba esa canción, que hacía que latiera a un ritmo descontrolado su corazón, se daba cuenta de que la alegría que le transmitía era la suficiente como para continuar viviendo. Con una taza de café en la mano y un cigarrillo en el cenicero cerro los ojos, desnudo cada acorde para sentirse preso del sentimiento que le dejaba a cada estrofa que escuchaba. Un pequeño hilo de humo salía del cigarro se expandía y llegaba hasta su rostro y el con parsimonia lo tomaba entre los dedos inhalaba el toxico humo pensando que quizá hoy saldría, sería el momento para  bañarse, quitarse esa barba mal crecida, tomar las ultimas ropas planchadas del armario y salir a ese mundo otra vez, ese mundo que lo desconcertó, que lo maltrato al punto de no querer formar parte de él. Pero justo en el momento en que la canción dejaba de sonar las ganas y las intenciones se le escurrieron como el humo de la boca, como si con  esa última exhalación se le hubiera escapado el ánimo, y es que su caso era muy difícil, llevaba más de tres semanas encerrado en la soledad de su casa, jamás aviso al trabajo el porqué de su ausencia, sus únicos acompañantes eran los delgados rayos de sol que se colaban por las cortinas  mal cerradas, sus discos con música vieja, esa televisión con muy mala sintonía que hacia parecer que por eso siempre había noticias catastróficas en los noticieros, aquella planta  de la ventana de la cocina que pedía a gritos sordos un poco de agua, el espejo del baño que le daba por recordarle lo miserable de su vida, hubo días en los que permanecía acostado todo el día dando vueltas en la cama, poniéndose una almohada entre las piernas o sobre el rostro con un dolor de cabeza que no lo dejaba, a veces se paraba para sentarse en el sillón más grande de su sala, pasaba las uñas de sus dedos por encima del respaldo recordando los momentos en que abrazados se pasaban las tardes viendo esas películas de arte, analizándolas, queriendo ser parte de ellas, pero llegado el momento el dolor del hambre lo separaba del recuerdo y se dirigía hacia el refrigerador en busca de algo que no tuviera aun el aspecto de podrido, daba una mordida a algo y lo volvía a meter, o sacaba de la cava alguna botella de alcohol y daba tragos de media botella con la que pasaba de los recuerdos a las descabelladas pesadillas. Lloraba en silencio, dejaba que las lágrimas le escurrieran por toda la cara hasta hacer charco en su pecho, no sabía si se le secaría el corazón o si ya estaba seco, y es que perderla le quito algo de su vida que el mismo no sabía que tenía, que le pertenecía y ahora que se lo quitaron lo quería de vuelta, quería vivir pero no sabía cómo, lo que ya no recordaba era como salir a la calle sin ella, sin su sonrisa, sin aquel cabello negro brillante, sin su carisma e ingenio. Tomaba con sus dos manos su cabeza a punto de reventar y se preguntaba el porqué, de donde saco el valor, jamás lo vio venir vivieron aquí por un año, pensaban en tener hijos, en sus nombres y en los hijos de estos, preparaban el desayuno o jugaban con la comida, tomaban tragos mientras leían  poesía o uno que otro cuento, vivían la vida queriendo acelerar el futuro, o al menos eso era lo él quería.

Se encontraba en el sillón en una de sus pláticas con los recuerdos  cuando los policías arremetieron contra la puerta acompañados de una barricada de vecinos expectantes de saber el porqué de ese  pútrido olor, se supo descubierto así que tomo el cuchillo que guardaba durante semanas en el bolsillo del pantalón, tenía aun manchas de sangre, se degolló en un acto olvidando las pocas ganas que tenia de vivir, nadie logro detenerlo, siguieron gritos y algunos desmayos. Con pasos cautelosos los policías llegaron hasta la recamara antes el lugar donde se consagraba el amor cada noche,  descubrieron  por detrás de la cama  revuelta el cuerpo de ella y otro desconocido para el,desnudos, inertes, con marcas de furia que los dejaron en un fin, sin  fuerza para la pasión que desbordaban justo antes de que  los descubrieran.