El Tiempo.

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Sin embargo,  Sofía y David,  aquellos chicos de dieciocho y quince  años,  supieron mantener su promesa.  Jamás se fallarían,  habían jurado cuando él la toco por primera vez,  cuando ella lo sintió por última vez.  Nunca soltarían sus manos,  unidas con cadenas de acero.  Mas como el aire,  las palabras se borran,  se disuelven.  Nunca se quedan,  Se las lleva el tiempo.  Ellos debían luchar contra el tic tac del reloj,  contra la rutina,  incluso,  con el mismo amor.  Por no querer probar otros brazos,  acariciar otra piel.  Porque después de todo,  se amaban con pasión,  con dolor incluso.  De ese amor que pocas veces se ve y mucho menos,  se siente.  Los días se convirtieron en semanas,  las semanas en meses y los meses en años.Finalmente sucedió lo que habían jurado no hacer alguna vez.  El dejo de necesitar calma,  tranquilidad,  paz.  Todo lo que ella le proporcionaba.  Su alma quería desatarse,  quería ser libre.  Se sentía atrapado,  en su mismo hogar.  Quería liberarse,  quería ser por una vez un viento libre,  un ave con alas.  Pero,  pasando por alto que su misma carcel era él mismo.  Y lo logro.  Respiro el aire fresco,  pero no tenía el calor en la palma de su mano como cuando ella entrelazaba sus dedos con ternura.Ella se canso de dar todo y no recibir nada.  Se canso de doblar esfuerzos para volver a sujetar su corazón.  Se canso de amarlo a cambio de vacío.  Mas ella también fallo.  No fue lo suficientemente fuerte para traerlo de vuelta,  para hacerle ver lo mal que estaba.  Ella tenía el volante de su vida,  sin embargo,  no supo manejarlo.  Ella debió respirar el fresco aire junto a él,  y volver a recordarle las cosas y maravillosas que podían hacer juntos,  volver a hacerlo creer.  Sin embargo,  prefirió no esforzarse.Se olvido de la fuerza que él le proporcionaba,  se olvido de la valentía,  de lo segura que era cuando estaba a su lado.  Se olvido de la sensación de estar completa.  Cuando su misma fragilidad la venció.  Su misma serenidad fue su peor enemigo.  Y cuando se dio cuenta,  la mirada de David ya no era la misma.  Esas lagunas del color del mar,  habían dejado de brillar,  y un color opaco lo sustituía.  Nada estaba bien.  La solución era dejar los prejuicios y volver a ser el uno para el otro.  Ninguno de los dos lo intento.  El pensó que Sofía ya no lo necesitaba,  ella pensó que David ya había cambiado.que ya no requerian del otro.Entonces dieron el primer paso,y el primer golpe al. corazón.  Ella había cometido el primer error y tal vez,  el único que se necesitaba para separarlos por completo.
Ella  anhelaba un poco de luz,  porque su más hermosa estrella se había apagado.  Sentía que había dejado de amarlo.  Se sentía culpable y decepcionada,  herida,  destrozada. 

El y YoWhere stories live. Discover now