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Jungkook era un ladrón.

Pero no un ladrón de esos que roban a mano armada objetos de valor, no que va, Jungkook robaba cosas más importantes, más valiosas.

O por lo menos así lo pensaba Yoongi.

Ambos se habían conocido en una fiesta universitaria, esas donde hay droga y sexo en todas partes. Obviamente ellos dos no encajaban allí. Jeon y Min fueron obligados a ir y presentados el uno al otro por sus respectivos mejores amigos. Ese día Jungkook le robó la atención por el resto de la noche al mayor.

Después volvieron a coincidir en otros tipos de ambiente.

Una de esas veces fue en una librería, de esas viejas en donde consigues ediciones especiales de libros que creerías nunca encontrar. Allí el mayor estaba ojeando la sección de literatura universal cuando de repente vio al menor del otro día viendo fijamente los libros de ciencia ficción.

De la nada, Yoongi ya había decidido que quería leer un libro de ciencia ficción. Aunque el género no le gustase mucho. Ese día Jungkook le robó la curiosidad.

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Al poco tiempo volvieron a coincidir en una heladería. Ese día hacía calor en extremo y Yoongi que no era tan amigo de las cosas dulces no pudo resistirse a comprar un helado. Una vez en el lugar, ordeno una copa de tres sabores, todos cítricos. Y después de lo que fueron unos diez minutos de haber comenzado a consumir su helado, llego un lindo y despeinado Jungkook con apariencia de haber corrido una maratón. El mayor no pudo evitar quedarse viéndole como todo un acosador durante el periodo que el menor duró para pedir su barquilla de chocolate y menta.

Y como todo romance, esto no está  exento de sus clichés.

El menor se iba a sentar en la mesa detrás del pálido, pero haciendo gala de su torpeza, tropezó con algún obstáculo imaginario y su helado terminó en la camisa nueva del mayor.

Yoongi no era estúpido, así que vio su oportunidad ese día.

Logró hacer que Jungkook intercambiara su número telefónico con él y de paso le hizo prometer un café el próximo fin de semana como modo de pago por su camisa nueva recién echada a perder. Ese día Jungkook le robó la pena.

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Ya era el día de la salida y el de baja estatura estaba tan nervioso que  estaba el doble de irritado de lo normal. Era un suicidio el siquiera respirar el mismo aire que él.

Estando ya en el café y en compañía de Jungkook, no pudo evitar darse cuenta de lo adorable que se veía el menor al comer con gusto su pie de fresa. Esperaba que también le gustara los pie de limón.

Entre charla y charla lograron conocer otras cosas muy interesantes  del contrario. Eran muy diferentes pero de alguna forma lograban tener química.  Definitivamente hablar en persona es mejor que por mensajes, pensaba el de ojos afilados al recordar los intentos de conversación que tuvo con el menor a través de mensajes de texto los días anteriores.

La salida fue un éxito, es más, ni se acordaron de la bendita camisa dañada del mayor.

Cuatro horas hablando y terminaron acordando encontrarse en el recital de piano de Yoongi. Él había descubierto que el menor amaba la música con la misma intensidad que él.

Ese día Jungkook le robó todas las sonrisas.

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Después del recital, el cual Yoongi ejecutó mejor que nunca en toda su vida ya que tenía que impresionar a Jeon, invitó al castaño a comer.

En otras palabras, a una cita.

El menor con mejillas rojas y sonrisa de oreja a oreja, le dijo que si mientras le halagaba sobre su acto. Yoongi se sentía cálido.

Entre pasta y batidos de fresas, porque Jungkook no era bueno manejando el alcohol, pasaron la noche hablando sobre sus vidas y sus metas a futuro. Eran jóvenes y ambos estaban ansiosos de experiencias.

Ese día Jungkook con una sonrisa tímida y manos sudorosas, logró decir entre murmullos que quería que su hyung, Yoongi, fuera a una exposición de arte de uno de sus fotógrafos favoritos dentro de dos semanas. Quería que lo acompañará.

El mayor obvio que no se negó.

Ese día Jungkook le robó los latidos desenfrenados de su corazón.

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Dos semanas pasaron y Yoongi se encontraba con un libro en sus manos a las afueras de la galería, planeaba regalárselo a Jungkook.

Mientras, Jeon estaba inquieto pensando en que quizás su bajito hyung se había aburrido de él y no iría ese día. Tanta fue su felicidad que casi se lanza a abrazar a Yoongi, escribo casi porque a Jungkook le dio un ataque repentino de timidez que hizo que en vez de abrazarlo, empezará a mover sus brazos de manera graciosa.

A Yoongi casi le da diabetes de lo torpe y dulce que era el más alto.

Más tarde y con el hambre a millón,  fueron a comer hamburguesas en algún pequeño y acogedor local.

Con patatas y manchas de ketchup en sus mejillas, Yoongi no encontró momento más perfecto que ese para pedirle a Jungkook salir con él. 

Adivinen la repuesta.

Jungkook casi grito el si con una sonrisa de ojos cerrados.

Ese día Jungkook le robó algo más que un simple gustar.

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Después de seis meses de salidas espontáneas y de coqueteo sin segundas intenciones, Yoongi se decidió a pedirle el noviazgo a Jungkook.

Fue en una noche de películas en el apartamentos del mayor. Ambos estaban acurrucados en la cama del mayor viendo una película animada a petición de Jeon.

La pregunta surgió casual y natural.

- Hey Kookie...

- ¿Mmm?

- ¿Quieres ser mi novio?

- Pensé que ya lo eramos, Yoongi hyung.

Y con esa repuesta Yoongi no pudo evitar querer besar a Jungkook durante toda la noche. Ya se había aguantado por mucho, mucho tiempo.

No hace falta mencionar que la película fue lo que menos vieron esa noche.

Esa noche Jungkook le robó el corazón a Yoongi sin que este se diera cuenta.




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Bonus:

Yoongi también fue un ladrón, le robó la viginidad a Jungkook.

Hay que destacar que este no opuso resistencia alguna.






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⏰ Última actualización: Jul 10, 2017 ⏰

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