Lo más llamativo en él, eran sus ojos.
No eran verdes, azules o grises.
Eran cafés, como cualquier otro.
Pero en ellos había algo especial.
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Lo más llamativo en él, eran sus ojos.
No eran verdes, azules o grises.
Eran cafés, como cualquier otro.
Pero en ellos había algo especial.