Chapter

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Disclaimer: Fullmetal Alchemist no me pertenece, es de la autora Hiromu Arakawa.


Esa mañana se levantó de buen humor. Hacía mucho tiempo que no se sentía así. Los últimos tres meses se los había pasado de hospital en hospital sin recibir ninguna respuesta concreta.

Sus padres no veían nada extraño, puesto que trabajaban todo el día y pasaban muy poco tiempo en la casa para observarlo, al igual que su hermano menor, que estudiaba hasta el cansancio y cuando se le presentaba una oportunidad de escape, la aprovechaba para salir con su novia.

Pero él intuía que algo no andaba bien con su hermano mayor. Pero al no saberlo con exactitud, optaba por ignorarlo.

Así era la familia Elric. Cada uno cumplía su rol y nada más. No se detenían a prestarle atención a alguien ajeno a sí mismos.

Eso sí que Edward lo sabía bien. Y no le importaba en absoluto.

Se había resignado.

Quien lo viera desde afuera, sólo vería una imagen ideal, una familia perfecta, con una unión inquebrantable. Puras mentiras.

Cada vez que se miraba en el espejo, un temor desconocido se apoderaba de él. Como si esa imagen que aparecía ante sus ojos, reflejara a otra persona, alguien totalmente diferente e impredecible.

En un principio pensó que eran alucinaciones suyas. Después, que el reflejo en verdad mostraba al verdadero Edward, ya que el Edward físico era el resultado de vivir en un entorno de pura falsedad.

Pero se había equivocado. Sabía que algo más estaba oculto detrás de ese joven que le devolvía la mirada desafiante, desde el espejo.

Ningún médico pudo explicarle con exactitud lo que le pasaba. Preferían acusarlo de alcohólico o drogadicto, para sacárselo de encima.

Nuevamente, se había resignado.

Lo único que consideró hacer, fue evitar lo mas que pudiera a los espejos, ignorarlos de por vida. Otra no le quedaba.

Esa mañana se mostraba cálida e innovadora. Realmente se sentía bien.

A pesar de ser sábado, nadie se hallaba en la casa.

Miró el reloj: Las diez de la mañana. Sus padres ya se habían marchado al trabajo.

Nunca se detenían ni un segundo a respirar, como si al hacerlo, su mundo perfecto se caería a pedazos.

Desayunó disfrutando del silencio. Luego volvió a subir a su habitación para peinarse y atar su largo cabello rubio, y tomar su celular. El día estaba demasiado perfecto como para no salir a disfrutarlo.

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-Roy, se que es pesado, pero escaparte del trabajo no es la solución.- Suspiró y miró de nueva cuenta a su amigo, que en esos momentos estaba llevándose un vaso de whiskey a los labios.

-Lo sé Maes, pero hace quién sabe cuántos meses que no me dan una misión como la gente! Papeles y más papeles para firmar sí, pero misiones, no.- Volvió a sorber de su vaso, y paseó su vista por la gente que se hallaba en el bar.

Escuchó a su amigo suspirar mas no le importó. Maes esta vez no podía llevarle la contra, ya que estaba en lo cierto.

El último trabajo decente, por así llamarlo, que le habían asignado, era el de inspeccionar unas viejas minas en la ciudad de Youswell, donde se creía que el oficial a cargo abusaba descaradamente de sus ciudadanos.

Las dos caras de una moneda [One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora