Mírame

Parte única

El pálido chico pasó su tibia mano por su húmeda frente y giró en la cama por enésima vez. Miró la hora en el móvil y exhaló dejando salir un suave monosílabo al final, para expresar su frustración.

Eran casi las cuatro de la mañana y él sueño que tenía hacia las diez de la noche había desaparecido en cuanto se acostó. Estaba despierto, molesto, sudado y frustrado... Y sabía el motivo, pues cada que dejaba sus párpados caer, aparecía ese rostro casi suplicante y resonaba en su cabeza esa grave voz.

—Hyung... No quiero perderte...

Él tampoco quería perderlo a él, pero sentía que eso iba a pasar de todas formas... Sintió un nudo en la garganta y esa fue la gota que derramó el vaso. Se incorporó recargándose en sus codos y trató de respirar con tranquilidad para evitar llorar... Tenía esa imagen del niño bonito que había hecho llorar a su gran amor tantas veces y que él no lograba sacarle de la cabeza...

Se levantó de la cama y avanzó por su desierto apartamento hasta la cocina, donde se despachó con temblorosa mano un vaso de agua que bebió de un trago, frunciendo la nariz al final pues estaba tibia, favor del calor nocturno del verano.

Torció el gesto y se dejó caer en el sofá, sintiéndose ligeramente reconfortado por la oscuridad que lo rodeaba. Pensó en él... En su amado Park Chanyeol. El que lo había hecho reír tantas veces con sus ocurrencias, que iba a verlo en cada festival de baile en el que participaba y llevaba esos casi ridículos carteles para animarlo, el que decía querer aprender a bailar y que nunca se decidía a empezar, el de la voz profunda, ojos gatunos, piel blanca y labios carnosos, el de la guitarra acompañando a su piano, el de la risa escandalosa y llanto mudo. El que se abrazaba con fuerza de él a llorar siempre el mismo nombre...

—Baekhyun... Baekhyun...–. Ese nombre. El del prepotente, el mimado, el frío y cruel... El que llevaba ilusionando y desilusionando a su amigo por cuatro años. El que besaba a Chanyeol con pasión en las fiestas y fingía no conocerlo en los pasillos de la escuela, el que salía con cada chica que se le declaraba por que era demasiado cobarde como para admitir su homosexualidad... El que amaba a Oh Sehun y se consolaba con Chanyeol porque el rubio dueño de su amor era heterosexual. El que lo miraba a él con desdén pues seguramente sabía de sus sentimientos por Chanyeol...

...Apretó los puños y sintió una fría y gruesa lágrima deslizarse por su mejilla. Lloraba de pura frustración, porque su confesión había ido demasiado lejos de sus expectativas y porque sabía que Chanyeol había pensado en Baekhyun en ese segundo en el que bajó la mirada y suspiró.

—Déjalo ir, Chanyeol... Entiende que él sólo juega contigo–. Había empezado con el consejo de siempre.

—Ojalá fuera tan fácil, Yixing...–. La respuesta de siempre.

—Mírame a mi, Chanyeol...– eso había sido nuevo. El pelinegro había mirado a los ojos a Yixing por dos segundos y luego había bajado la mirada... Yixing sintió como su mundo se desmoronaba, aún más cuando el menor había levantado la mirada y había tomado las manos del castaño entre las suyas y le sonrió casi con compasión.

—Hyung... No quiero perderte–. Yixing había perdido la fe, había devuelto una sonrisa a medias y se había ido luego sin decir más.

Y ahí estaba. En medio de su apartamento con las palabras atoradas en la garganta y el deseo frustrado de sacarlas de su sistema. Con las mejillas húmedas por el recuerdo y el cuerpo adormecido por la decepción... Negó con la cabeza y se levantó para volver a su habitación.