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2012 -- Francia.

Volví a Paris; mi país de orígen meses después de que me diera cuenta de que él ya no regresaría. Al empezar este año había decidido salir de la casa de mis padres y volver a vivir sola. Volver a trabajar. A lo mejor me ayudaba a olvidar aún más.

Mi nueva casa era grande pero no una mansión, tenía todo pero no TODO. Era acogedora eso era lo importante. Tenía 2 cuartos; uno que usaba como dormitorio y el otro como algo parecido a una oficina. Tenía 2 baños; uno en el pasillo otro en mi oficina. El living era grande, (No enorme, simplemente grande), tenía una enorme estantería de libros allí, una televisión y un sofá. También había un patio, muy lindo, expansivo y sobre todo pacífico.

Empezaba a trabajar como cajera en un supermercado. Nueve horas al día y pagaban muy bien. Sin duda alguna me estaba mejorando. Salir todos los días a las nueve de la mañana con el gorro y el uniforme ridículo del trabajo. Volver a las seis de la tarde. Comer algo y leer un buen libro o ver una buena película. Todos los días eran la misma rutina, pero de alguna manera me estaba mejorando.
Todo era perfecto, hasta que una tarde se me ocurrió salir al parque. Ver las personas correr, los autos, los perros, los niños, todo. Me senté en un banco y cogí mi libro del bolso. Pero al empezar a leer la primera palabra de el libro escuche una voz, una voz que nunca pensé que volvería a escuchar en toda mi vida.

Me giré hacia atrás. Él estaba ahí; con un perro jugando. Se veía feliz. Se veía como lo recordaba cuando estábamos juntos. La alegría me llenó por dentro. ÉL ESTABA AHÍ. A unos metros míos. Pero derrepente la alegría que me llenó por dentro fue convirtiendose en angustia, tristeza y enojo. Ella también estaba allí.
De un momento para el otro sentí que me iba a desmayar, me sentí mal, muy mal. Me sentí enferma por dentro. Como si todo se nublara en mi mente. Como un mareo intenso. La última imagen que vi en mi mente era él. Corriendo hacia mí. Gritando mi nombre. No se si eso era bueno o malo. Pero de alguna manera me hizo sentir una satisfacción. Como si estubiera pasando algo muy malo pero aún sientes que eso tiene arreglo, que ya no va a ser malo. ¿Lo entiendes?. Bueno así me sentí por unos pocos segundos, antes de desmayarme.

Cuando abrí los ojos. No vi nada más que la oscuridad misma. Así que empecé a gritar;

-- ¡HAAAAAAAAAAAAAAA!. - Se prendió la luz y salió un bulto alto y negro de la puerta. Así que grité más fuerte todavía. - ¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!.
-- ¡Cállate, cállate, cállate!. Soy yo Adam. - Y el misterioso bulto se saco la capucha enorme y negra de la cabeza. Y al fin después de tanto tiempo estaba ahí. Al frente mío. Nuestros ojos se miraban mutuamente. Y... - Valerie, Valerie.
-- A si, perdona, ¿decías?.
-- Valerie, ¿Qué haces acá?.
-- ¿Acá?, ¿Acá dónde?
-- En el hospital. En París. ¿Qué estas haciendo?. ¿Me estás siguiendo?. ¿Porqué te desmayaste?
-- ¿Discúlpame?. ¡Primero: hace cuatro malditos años que estoy viviendo aquí, desde que me dejaste llorando en el piso de tu maldita casa.! Segundo: No tenía idea de que estuvieras en París o de que estuvieras en ese mismo parque, o que estarías con esa maldita zorra siquiera. Y tercero: No se porque me desmaye, supongo que me quedé en shock por un momento. - Le dije tratando de calmar mi tono.
-- No se que decirte.
-- No hace falta que digas nada. Perdóname no debí hablarte así.
-- No. Es mi culpa. Nunca esperé que volvieras a París. A decir verdad. Pensé que nunca más te volvería a ver.
-- Que duro. Aunque yo también lo pensé. Tenía esperanzas por los menos. - Me miró muy confundido y un poco asustado tal vez.
-- Me tengo que ir.
-- Puedes quedarte si quieres. Hablarme de tu vida. Lo que hiciste, con que trabajas, lo que sea.
-- No. Me tengo que ir. Es mejor así. - Agarro su campera rápido se paró de la silla. Y mientras se la ponía dirigiéndose a la puerta apurado, me dijo:
-- Bueno, fue un gusto verte.

-- ¿Encerio?. Pareces disgustado. ¿Dije algo que a lo mejor te incomodara?.
-

- En absoluto. Que te mejores. Ahora viene el médico. - Y salió por la puerta. En cuando reaccione que estaba en un cuarto de el hospital.

-- ¿Qué demonios?.
-- Tranquila. - Entro un médico por la puerta y trato de volverme a recostar en la cama. - ¿Cómo te sientes?...

Después de que me dejaran salir del hospital con tan solo unas pastillas para la presión me fuí a mi casa, me recoste y me puse a pensar.
¿Y si su llegada no era una coincidencia?, ¿ si el sabía  que yo estaba allí?, ¿pero por qué la traería a ella?. A lo mejor lo estaba pensando mucho y enserio vino aqui por casualidad.

Dejé de pensar y me fui a dormir,  total si el estaba aquí por otra razón que no sea coincidencia tampoco me tenía que importar, ¿no es así?. 

.   .    .

El siguiente viernes fui al psiquiatra y me preguntó si me había pasado algo en toda la semana. Contesté con seguridad:

-- Mi ex volvió al país, me compre un libro y el desgraciado vino con su novia.  Ah y había ofertas en el super.

-- ¿Volvió tu ex?

-- Si.  - Trate de decirlo con el menor interés posible. Como si no me importara.

-- ¿Lo dices con tranquilidad? .

-- ¿Qué,  no lo tendría que tomar así?

-- ¿Lo tendrías que tomar así? .

-- Me da igual.

-- ¿Te da igual que vuelva o te da igual él?

En ese momento tocó el reloj. Ya había finalizado la sección. Así que me levanté del sillón, agarré mi bolso y me limité a decir:

-- Hasta el viernes, que tenga buena tarde.

Hace mucho había comenzado terapia, pero hace muy poco fué qué pude abrirme y sentirme más relajada y con menos peso en mi vida, pero supongo que ahora me estoy cerrando de nuevo.

Mi intención no era volver a perjudicar a mi misma. Yo solamente quería saber por qué había vuelto y si yo tenía algo que ver con eso.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2019 ⏰

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