No sabes cómo necesito tu voz;
necesito tus miradas,
aquellas palabras que siempre me llenaban,
necesito tu paz interior;
necesito la luz de tus labios.
Ya no puedo seguir así.
Ya no puedo.
Mi mente no quiere pensar,
no puede pensar nada más que en ti.
Necesito la flor de tus manos,
aquella paciencia de todos tus actos
con aquella justicia que me inspiras
para lo que siempre fue mi espina.
Mi fuente de vida se ha secado
con la fuerza del olvido.
Me estoy quemando;
aquello que necesito ya lo he encontrado,
pero aún te sigo extrañando.-Mario Benedetti.